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La no utilización de una glándula mamaria en la primera lactación reduce su producción de leche en la segunda

Estos hallazgos proporcionan una información útil para los productores a la hora de decidir si reducir o no el tamaño de camada en el primer parto.

Las cerdas no pueden producir suficiente leche para proporcionar un crecimiento óptimo de sus camadas, por lo que es esencial el uso de estrategias de manejo para incrementar la producción láctea. El número de células mamarias presentes en el inicio de la lactancia afecta a la producción de leche, pero los factores que afectan al crecimiento de la glándula mamaria no son bien conocidos. En cada parto, las glándulas mamarias se someten a un ciclo de rápido crecimiento durante el último tercio de la gestación y la lactación, seguido por una involución al destete. La involución de la glándula mamaria es un proceso drástico que ocurre en los 7 - 10 días posteriores al destete y que también puede tener lugar al inicio de la lactación si los pezones no son succionados por los lechones. Se trata de un proceso rápido que ocurre durante los primeros 7 - 10 días de lactación y es irreversible tras 3 días sin que el pezón sea utilizado. Esto nos lleva a preguntarnos por la importancia del uso de una glándula mamaria durante la primera lactación sobre su productividad en la siguiente lactación. Dicha pregunta tiene un gran interés ya que los productores tienden a no “sobreutilizar” a las primíparas para evitar el “síndrome de la cerda delgada” y para conseguirlo sacan algunos lechones de las camadas de primer parto. Sin embargo, el impacto potencial de no utilizar una teta durante una lactación sobre su producción en la siguiente no se conocía hasta hace poco.

Un estudio llevado a cabo en la Agriculture and Agri-Food Canada (Sherbrooke, Québec) mostró que la no utilización de una teta en la primera lactación reduce su capacidad lechera en la siguiente lactación. En el experimento se utilizaron 47 primíparas, que se dividieron en dos grupos:

  1. cerdas que utilizaron las mismas glándulas mamarias en 2 lactaciones consecutivas (control) y,
  2. cerdas que utilizaron diferentes pezones en las 2 lactaciones (tratamiento).

En la primera lactación, se taparon glándulas mamarias de ambos lados a todas las cerdas, de modo que sólo permanecieron 6 pezones funcionales (figura 1). Durante la siguiente lactación, a las cerdas control se les taparon las mismas tetas que en la primera lactación y a las cerdas tratamiento se les taparon las que habían sido funcionales en la primera lactación. El destete se realizó en el dia 17 ± 1 de lactación.

Precintado de las glándulas seleccionadas durante la lactación.
Figura 1. Precintado de las glándulas seleccionadas durante la lactación.

Diferencia visual entre las glándulas utilizadas y las no utiliazdas a los 7 días de lactación.
Figura 2. Diferencia visual entre las glándulas utilizadas y las no utilizadas a los 7 días de lactación.

En ambos partos, las camadas se estandarizaron a 6 lechones, para que pudieran tener un pezón para cada uno. La figura 2, del séptimo día de lactación, muestra la diferencia en el desarrollo entre las tetas que habían sido funcionales y las que no. Tras el destete de la segunda lactación se sacrificaron las cerdas y se recogieron las ubres para su análisis. En el segundo parto, los lechones de las cerdas control (mismas tetas utilizadas) pesaron 1,12 kg más (22,72 vs. 21,60 kg) a los 56 días que los lechones de las que habían utilizado diferentes pezones en ambos partos. Antes de los 56 días las diferencias no eran estadísticamente significativas, pero es importante destacar que la GMD sí que era significativamente distinta entre los 2 y los 4 días de edad, sugiriendo que la producción de calostro también podía verse afectada. La composición de la leche no estaba alterada, por lo que las diferencias en el peso de los lechones tienen que atribuirse a la cantidad de leche producida. Las cerdas control consumieron más pienso en la segunda lactación que las cerdas tratamiento. La composición de las glándulas mamarias estaba alterada: había más tejido secretor en las cerdas control que en las cerdas tratamiento. Se realizaron evaluaciones de comportamiento en los días 3 y 10 de lactación para evaluar la saciedad de los lechones basándose en la agresividad y comportamiento al mamar. Estas medidas indican un nivel de hambre superior en los lechones que utilizaban pezones que no se habían utilizado con anterioridad. Los hallazgos muestran claramente que las glándulas utilizadas en la primera lactación producen más leche y tienen un mayor desarrollo en el segundo parto que las que no han sido utilizadas. De un modo interesante, un estudio piloto demostró que los lechones de segundo parto pueden diferenciar entre pezones previamente mamados y no mamados como se muestra en las diferencias en comportamientos agresivos. De hecho, los lechones se pelean más para conseguir los que ya habían sido utilizados en la primera lactación.

Estos hallazgos proporcionan una información útil para los productores a la hora de decidir si reducir o no el tamaño de camada en el primer parto. Esto es especialmente relevante teniendo en cuenta el uso actual de líneas hiperprolíficas.

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