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Fin de un año aciago

Crisis financiera global, crisis económica mundial, crisis en la economía de la producción porcina… el horno no está para bollos y el sufrimiento ha sido la tónica dominante mes tras mes.

Por fin termina un año donde las buenas noticias han brillado por su ausencia.

Crisis financiera global, crisis económica mundial, crisis en la economía de la producción porcina… el horno no está para bollos y el sufrimiento ha sido la tónica dominante mes tras mes.

La esperada reacción enérgica alcista no se ha producido a pesar de que todos los operadores significativos la daban por descontada. Llevamos meses en crisis, el precio del alimento se desbocó y la producción entró en pérdidas severas que a medio plazo deberían haber provocado recortes importantes en la oferta de ganado. Salvo en Dinamarca, en el resto de los países productores la oferta, sorprendentemente, no flaquea. Para colmo Alemania bajó radicalmente sus precios el viernes 12, mandando así un mensaje pesimista como broche del año.

El escándalo de las dioxinas en Irlanda no es un tema cerrado. Sus repercusiones son enormes para algunos operadores (partidas inmovilizadas, incertidumbres financieras ante la pasividad del gobierno irlandés,….) pero en el conjunto de la UE han quedado totalmente diluidas (no se ha detectado demanda urgente para sustituir pedidos prohibidos) y sus efectos sobre los precios son inexistentes. Como colofón surrealista debemos mencionar el insistente rumor que apunta a que Irlanda habría obtenido de las autoridades de la UE la promesa de que una operación de estocaje privado -concerniendo solamente a la carne irlandesa- empezará en breve, lo que nunca se ha visto en la CEE. No se ha clarificado lo que sucederá con las partidas de carne bloqueadas en estados miembros de la UE.

Nuestro mercado ha repetido cotización unas cuantas lonjas en un esfuerzo de templanza y moderación ya que no es ningún secreto que en estas fechas se pierden muchos días hábiles y los sacrificios totales se reducen en algunas zonas hasta más de la mitad de lo normal. Queda por ver si en el inicio de enero se podrá aguantar el nivel actual.

En cualquier caso, seguimos pensando que la oferta global en la Unión Europea debe reducirse en los meses venideros (como consecuencia tangible de la larga y profunda crisis) y que los precios de las canales deben recuperarse. Quizás cueste pero entendemos que es inevitable. Probablemente no se puedan recuperar las pérdidas provocadas por las puntas extremas del precio del alimento (estamos demasiado lejos) pero el descenso del precio del cereal se traslada al coste del pienso y los costes globales se suavizan.

Empezaremos pronto un año cargado de incógnitas. Nadie puede prever cual será la demanda de nuestros mercados de exportación ni tampoco se puede avanzar en qué forma la crisis omnipresente afectará el consumo interno.

Tengamos fe y confiemos en que las viejas leyes inmutables de la economía (no es posible vender mucho tiempo por debajo de los costes de producción) surtirán efecto como siempre ha sido.

La Navidad ha llegado. Obviemos las cuitas, aparquemos los agravios e impregnemos nuestros corazones de buenos deseos y de paz. La “guerra comercial” ya la proseguiremos en enero.

Gracias a todos por su fidelidad en leernos.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.


Guillem Burset

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