
El estrés térmico sigue siendo uno de los principales enemigos de la productividad porcina:




Desde el punto de vista genético, seleccionar animales más eficientes, resilientes y adaptados a climas extremos es parte de la solución. Pero también lo es acompañar esa genética con estrategias de manejo y nutrición específicas que amortigüen su impacto.
Ajustar horarios y densidades, mejorar el acceso al agua. incluir aditivos funcionales y formular dieras con menor calor metabólico son algunas de las claves. En nuestro equipo trabajamoms para que la genética porcina no solo sea sinónimo de rendimiento, sino también de robustez y adaptación.

¿Ya estás aplicando medidas frente al estrés térmico este verano?

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