
Nos lo cuentan Marco Machorro y Laura Apolinar desde sus instalaciones en Chiapas, México.
Sus granjas están ubicadas en zonas muy calurosas y con alta humedad. Y sobre estas condiciones nos cuentan que: “Las cerdas se adaptan fácilmente a este entorno. De hecho, hemos observado una reducción de la mortalidad de las cerdas, y recientemente, el promedio es del 2,6%”.
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