El calor que ha arrasado la Península Ibérica este último mes es más propicio a que todos estemos pensando en las vacaciones, visualizándonos en un chiringuito cualquiera comiendo una paella, que a digerir la cantidad de noticias con las que día a día nos bombardea el mercado. Vamos a intentar estructurar un poco en qué situación nos encontramos a día de hoy.
A nivel global, hemos visto una continuada bajada de los precios a lo largo de todo 2025. El miedo al impacto de la guerra arancelaria y la posible desaceleración económica que puede conllevar han caído como una losa sobre los precios, como muestra el precio del maíz, que cotizaba en enero a 242 €/t y, en cambio, hace pocos días se podía comprar para una posición de nueva cosecha alrededor de 205 €/t; incluso se han podido realizar operaciones alrededor de 210 €/t para todo 2026.

En los últimos días hemos visto una subida de las cotizaciones, debida en gran parte a la fortaleza demostrada por el dólar, al aumento del precio de los fletes (el coste del transporte marítimo) y a las dudas en la cosecha de trigo en Rusia, donde el calor extremo durante la primavera y el verano ha recortado las previsiones de cosecha. Aun así, vamos a intentar no quedarnos en los titulares e intentar desengranar si estamos ante un cambio de tercio, después de tantos meses bajistas, o lo que se conoce como un rebote del gato muerto (una subida de los mercados antes de volver a bajar).
España: una cosecha excepcional
Primero nos centramos un poco en lo local. En España este año hemos tenido un cosechón: entre 22 y 24 millones de toneladas de cereales según las fuentes, unos 4-6 millones más que el año pasado. Estamos hablando de 9 millones de toneladas de trigo y 11 millones de toneladas de cebada. La abundancia de la cosecha ha generado una gran oferta en todas las zonas de producción a precios baratos, en un momento en que los puertos tenían poca mercancía y a precios más caros, al tratarse de cosecha vieja. La nueva cosecha de trigo no llegará a los puertos hasta agosto, y la de maíz —con los retrasos que hay en Brasil— es posible que no llegue a los puertos españoles hasta finales de agosto o principios de septiembre.
Para ponerlo en contexto, según la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (CESFAC), este 2025 se prevé que la producción de piensos alcance la cifra de 29 millones de toneladas. Este dato sirve para entender que España es un país importador de cereales: el precio nacional viene marcado por el precio en los puertos y, por ende, por los precios internacionales de mercancía y flete. Es decir, que aunque tengamos una gran cosecha, la coyuntura internacional seguirá marcando los precios locales a largo plazo.
Panorama global: fondos bajistas y cosechas mundiales al alza
A nivel global, las cosechas se prevén también mejores comparadas con el año pasado: la cosecha de trigo se pronostica en 808 millones de toneladas en el mundo (comparada con 799 millones el año pasado), y la de maíz se prevé en 1.263 millones de toneladas (frente a 1.225 millones la pasada cosecha). Eso sí, los stocks finales de campaña se predicen más bajos debido al aumento del consumo. Aun así, la bondad de la cosecha a nivel global es buena. Esta bonanza de los números ha respaldado las posiciones cortas de los fondos en los diferentes mercados de futuros. Tener una posición “corta” quiere decir que los gestores de los grandes fondos apuestan a que los precios se van a mantener bajos. ¿El problema? Que en el momento en que sale alguna noticia alcista, al salir a cubrir los cortos en Chicago o Matif, contribuyen a que la subida sea mayor. De momento, continúan con la apuesta bajista, sin llegar a ser récord.
La divisa sigue marcando el precio: la continuada depreciación del dólar frente al euro ha propiciado precios más baratos en los puertos españoles, sobre todo en maíz y soja. Caso paradigmático este año es la soja: a pesar de ser un producto con una alta volatilidad en los precios, cotiza en los puertos o extractoras entre 288-292 €/t desde hace semanas, precios que no se veían desde 2017. La apuesta de EE.UU. por el biodiésel, aumentando los mandatos de incorporación de aceite de soja (entre otros), ha provocado un aumento de la molturación para la obtención de aceite, con el consecuente aumento de la oferta de harina, presionando a otros orígenes. En Argentina, por ejemplo, los márgenes son negativos, obligando a alguna empresa a realizar paradas de producción.
Por lo demás, la geopolítica sigue marcando el compás del mercado. Trump anunció hace pocos días la aplicación de aranceles del 30 % a Europa. Aún no es definitivo: hay tiempo de negociar hasta el 1 de agosto, pero el recrudecimiento de la guerra comercial traerá bajadas y miedo en las bolsas, así como una reestructuración de los flujos de distribución.
En definitiva, el mercado se mantenía latente por la baja operativa, debido a los bajos consumos, esperando una nueva bajada en los precios para tomar posiciones a más largo plazo, dando por descontadas las cotizaciones actuales y nutriéndose de la abultada oferta de la cosecha local. Aun así, la subida del precio del trigo de los últimos días será una limitación a la bajada del precio del maíz, que continúa barato en comparación. Habrá que estar atentos a la evolución de la divisa, pero los precios cercanos a 205 €/t se han demostrado razonables para cerrar posiciones hasta final de año.
¡Que pasen un buen verano!