Los carbohidratos vegetales constituyen la mayor proporción de la dieta para cerdos, alrededor de 2/3 partes de la MS. Los carbohidratos de la dieta pueden dividirse químicamente en azúcares, oligosacáridos; almidón y polisacáridos no amiláceos (PNAs), que junto a la lignina forman la fracción de la Fibra Dietética (FD: PNAs + lignina). Los carbohidratos de la dieta deben romperse en compuestos moleculares más pequeños para que los animales puedan utilizarlos como fuente energética. Estos procesos incluyen la hidrólisis del almidón y azúcares por enzimas endógenos en el intestino delgado y por los procesos fermentativos producidos por la microflora, especialmente en el intestino grueso. Los enzimas liberan monosacáridos (glucosa, fructosa, galactosa) mientras que la fermentación microbiana forma ácidos orgánicos (ácido láctico, AL; ácidos grasos de cadena corta, AGCC), y gases (CO2, CH4, H2). Todos los productos finales de los procesos digestivos sacarolíticos son absorbidos hacia la vena portal ya sea por transporte activo (p.e.: glucosa) o pasivo (p.e.: AL y AGCC). El uso de los carbohidratos absorbidos depende del sitio de la digestión, teniendo los monosacáridos un mayor valor que los AGCC.
De este modo la FD se considera negativa para la digestibilidad y uso de la energía y otros nutrientes. En cerdos de engorde esto puede comportar una restricción del crecimiento, ya que el intestino tiene una capacidad limitada para degradar la FD y los animales tienen una alta demanda de energía debido a su elevado potencial de crecimiento.
Sin embargo en cerdas gestantes la situación es algo distinta. La capacidad del tracto gastrointestinal de las cerdas es varias veces mayor que la de los cerdos de engorde, por lo que se les proporciona alimentación restringida para evitar engrasamientos excesivos durante la gestación.
Un conocimiento detallado de la composición en carbohidratos de la dieta permite acciones proactivas para modular la absorción de nutrientes derivados de carbohidratos (glucosa, AGCC y AL) y influenciar de este modo la sensación de saciedad de los animales. Por ejemplo, la relación entre el almidón y la FD suele ser del orden de 2,5-3,0 en dietas concentradas para cerdas, mientras que suele ser sólo de 0,5 en dietas con mucha FD. La consecuencia de dicho cambio dietético es, como se ilustra en la figura 1, que una gran proporción de carbohidratos se digieren en el intestino grueso. Como la liberación de nutrientes es más lenta en el intestino grueso que en el delgado, las variaciones diarias en la absorción de energía se reducen, igual que la fluctuación en la secreción de insulina.
Otra consecuencia de la substitución de almidón por FD será un mayor llenado del intestino en todos sus segmentos. De este modo se espera que las cerdas que consumen dietas con un alto contenido en FD estén saciadas durante un periodo de tiempo más largo debido a la presencia física de la digesta en el intestino y por una menor variación diurna de la absorción de energía. Se supone que esto reducirá la incidencia de agresividad, estrés y/o comportamientos redirigidos producidos por el hambre, como se ha expuesto en varios artículos.
Sin embargo, no todas las fuentes de FD afectan igual a la provisión de energía de los animales. Los principales componentes de los polisacáridos de la FD son 10 monosacáridos comunes (pentosas, hexosas y 6-desoxihexosa) y, dado que cada monosacárido puede existir en dos formas de anillo (piranosa y furanosa), los enlaces glicosídicos pueden estar en cada uno de sus tres, cuatro o cinco grupos hidroxilos y en dos orientaciones (α ó β), los polisacáridos de la FD pueden adoptar un gran número de formas tridimensionales ofreciendo, de este modo, una gran variedad de propiedades funcionales. Estos factores influenciarán la solubilidad de la FD y sus propiedades fisicoquímicas – capacidad de absorber agua, capacidad de hincharse y su viscosidad.
De los alimentos ricos en FD sabemos que los que se caracterizan por tener una alto contenido en FD soluble como la pulpa de la remolacha azucarera, la de patata, vaina de guisante o de soja, etc, modulan mejor la absorción de nutrientes que los que tienen un alto contenido en FD insoluble, como la cascarilla de cereales. La razón de estas diferencias es que la FD de los primeros puede hincharse y retener agua, mientras que los segundos tienen un elevado grado de lignificación y enlaces cruzados entre polisacáridos que limitan la capacidad de retención de agua y de hinchado.
Otra consecuencia de las diferencias en las propiedades fisicoquímicas entre ambos grupos de alimentos es que la energía de los polisacáridos de la FD puede romperse y absorberse mejor en los solubles que en los insolubles, en los que se pierde por las heces.
Figura 1. Efecto de una alimentación con poca fibra (PF) o con mucha fibra soluble (MF-S) sobre el llenado del intestino y la absorción de glucosa y AGCC. La concentración de almidón era de 517 y 216 g/kg de MS de las dietas PF y MF-S, respectivamente, y la de FD de 177 y 428 g/kg MS de las dietas PF y MF-S, respectivamente. Datos de Serena et al. (2008, 2009).
Fuentes de fibra para cerdas lactantes
No todas las fuentes de fibra dietética afectan igual a la absorción de energía y a la sensación de saciedad.
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