El gasto energético de los β-mananos aumenta los costes de alimentación.

La respuesta inmune inducida por la alimentación (RIIA) que provocan, desvía la energía del crecimiento e impacta negativamente en la salud de los animales – desperdiciando hasta el 3 % de la energía total procedente de la alimentación.

En consecuencia, para mantener el rendimiento, los animales necesitan alimentarse más para compensar estas pérdidas

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