La llegada de las líneas hiperprolíficas ha transformado la producción porcina a nivel global en la última década. La mejora genética, junto con programas de manejo más tecnificados, ha permitido alcanzar un número creciente de lechones destetados por camada (Figura 1.). Sin embargo, este incremento en la productividad no ha llegado libre de consecuencias. Las cerdas enfrentan una mayor exigencia fisiológica, lo que se traduce en una mayor carga metabólica, incremento de necesidades nutricionales y, en muchos casos, un aumento de la mortalidad en las granjas. Este fenómeno preocupa especialmente en España, donde los datos recientes muestran tasas de mortalidad superiores al 15% (SIP Consultors, 2023), muy por encima de las registradas en otros países europeos como Francia, con apenas un 5,2% en 2022 (IFIP).


Para comprender esta diferencia, resulta imprescindible analizar tanto los factores de manejo como los nutricionales y sanitarios.
A pesar de las notables diferencias en los métodos de producción de ambos países, se han buscado diferencias reproducibles que puedan explicar esa diferencia de mortalidad en la producción de cerdas entre granjas españolas y francesas, y se han puesto de manifiesto tres factores principales que condicionan la mortalidad de cerdas: la ingesta diaria de pienso, el nivel de fibra en la dieta y los protocolos de monitorización sanitaria.
1. Ingesta diaria de pienso
En términos de nutrición, el consumo real de pienso es un parámetro crítico que determina la capacidad de la cerda para cubrir sus necesidades de mantenimiento, gestación y lactación.
En España, el consumo de pienso/cerda/año se sitúa en 1180 kg (SIP, 2024), mientras que en Francia los valores son notablemente superiores, 1244 kg (IFIP 2023). La principal diferencia se observa en la fase media de gestación (31–85 días).
El uso de determinados sistemas de alimentación en parques colectivos genera una alta competencia entre animales, lo que resulta en un consumo desigual. Las cerdas subordinadas, con menor acceso al alimento, sufren déficits nutricionales crónicos que repercuten en mayores niveles de estrés (Amdi et al., 2013), menor longevidad productiva y mayor riesgo de eliminación temprana.
2. Fibra en la dieta
El segundo factor clave es el nivel y calidad de la fibra en la dieta.
En Francia, uno de los sistemas utilizados es el 'índice de fibra', que integra diferentes fracciones (fibra insoluble, FAD, FND) mediante una ecuación ajustada a través de metaanálisis.
Índice de fibra = Y Valor insoluble + Z FAD + A FND
Este índice permite correlacionar los valores analíticos de la fibra con los efectos fisiológicos observados en las cerdas. Su aplicación práctica ha demostrado mejorar la saciedad, estabilizar el consumo de pienso y reducir comportamientos estereotipados relacionados con el hambre.
Un ejemplo de este metaanálisis lo podemos ver en esta gráfica:


Esta ecuación se obtiene mediante el metaanálisis de datos en relación entre el contenido de fibra en los piensos y sus efectos en las explotaciones porcinas.
En España, en cambio, este enfoque no está muy extendido, y las dietas suelen tener un nivel de fibra más bajo o menos balanceado sin tener en cuenta la relación entre estos parámetros.
3. Monitorización sanitaria
El tercer punto diferencial es la implementación de programas de monitorización sanitaria en granja.
En Francia, es común incluir evaluaciones rutinarias que en España son todavía poco frecuentes como el análisis de orina y la evaluación de hemoglobina en sangre.
- Análisis de orina:
Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una patología infradiagnosticada en nuestras granjas, pero con una alta prevalencia, entre el 41% (De Moura et al., 2018) y el 46% (Cernat et al., 2021; Tolstrup et al., 2023). Lo más común son cistitis subclínicas, siendo esencial para detectarlas la realización de muestreos; para realizar los mismos se toma una muestra de al menos 30ml a primera hora de la mañana, el objetivo de esto es que la cerda lleve al menos 4horas sin miccionar para evitar diluciones que nos lleven a error. Recolectamos tantas muestras como nos sea posible y realizamos una prueba con tiras reactivas en los minutos posteriores a la recogida que mida los siguientes parámetros: pH, proteína, nitritos, sangre.
Todos estos parámetros nos ayudarán a valorar la salud urinaria de nuestra granja y a actuar sobre ella, ya que existen diferentes aditivos con acción directa sobre la misma.
- Hemoglobina en sangre:
La hemoglobina en sangre en cerdas es un indicador clave a la hora de evaluar su estado de salud y otro de los puntos diferenciales entre los muestreos rutinarios de ambos países. Para su medición se establece la cantidad de animales a muestrear en función del tamaño de la explotación y se usan analizadores de hemoglobina portátiles directamente en campo. Valores bajos de hemoglobina están relacionados con mayor duración del parto y más nacidos muertos (Bolliger et al., 2025).
Figura 3. Relación entre los niveles de hemoglobina en el momento del parto y los nacidos muertos (Bhattarai & Framstad., 2018).
Esta relación publicada por Sheeva Bhattarai entre nacidos muertos y niveles de hemoglobina refuerza estos conceptos.
Al igual que con la salud urinaria, se puede influir en los valores de hemoglobina mediante la nutrición de la cerda, por lo que conocer la situación de esta para realizar los ajustes pertinentes es esencial.
Conclusión
El aumento de la mortalidad en cerdas debe entenderse como un fenómeno multifactorial. No existe una única causa, sino una combinación de factores nutricionales, de manejo y sanitarios que interactúan entre sí. Por ello, las estrategias para reducirla deben ser igualmente multifactoriales. La integración de ajustes nutricionales (especialmente en fibra) con programas sistemáticos de monitorización sanitaria ofrece resultados tangibles. La experiencia práctica en granjas aplicando este enfoque ha logrado reducir la mortalidad hasta en un 37% en apenas un año.