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La inflamación, y en particular la inflamación crónica, es una condición que puede reducir significativamente tus ganancias al hacer que tus animales crezcan más lentamente y de manera menos eficiente. Además, drena la energía de tu ganado, causando malestar y estrés, algo que ningún agricultor responsable desea.
Para poder mitigar o evitar estos problemas, es fundamental entender qué es la inflamación. Según el diccionario de Cambridge, se define como "una zona roja, dolorosa y a menudo hinchada en una parte del cuerpo". Este es un signo físico de que el organismo está reaccionando a un desafío, que puede ser físico (contusiones, quemaduras) o causado por un irritante (infecciones bacterianas o virales, o alérgenos como el polen). Además, en las hembras, las hormonas también pueden desencadenar una respuesta inflamatoria. Un episodio de inflamación aguda rápida es el mecanismo del cuerpo para eliminar tales desafíos y es esencial para mantener la salud y seguridad del organismo.
Sin embargo, cuando esta respuesta rápida no se "apaga", nos enfrentamos a la inflamación crónica. En este caso, los mecanismos de defensa del cuerpo continúan respondiendo a una amenaza inexistente, lo que genera problemas significativos. En la ganadería, estos problemas se traducen en una producción reducida: menor crecimiento, disminución en la producción de huevos y leche, menor eficacia reproductiva y una conversión menos eficiente de los alimentos en estos productos.
La reducción en el rendimiento se debe a que la inflamación crónica desvía nutrientes, especialmente energía, lejos de la producción. Se estima que la inflamación crónica en cerdos de engorde consume hasta el 85% de la energía necesaria para el mantenimiento, lo que significa que no hay energía disponible para el crecimiento (Kvidera et al, 2016; L. H. Baumgard, unpublished). En cerdas y vacas, la energía desviada hacia la inflamación crónica resulta en un menor crecimiento intrauterino de los lechones o terneros, así como en una producción de leche inferior y de menor calidad. Todo esto lleva a que los cerdos y otros animales crezcan más lentamente, que los jóvenes no se desarrollen adecuadamente y sean más propensos a enfermedades. Para la cerda o la vaca, el aumento de la demanda energética conlleva una mayor pérdida de condición corporal, acortando su vida útil y el número de camadas.
Para abordar esta situación, es necesario profundizar en los mecanismos de la inflamación y en lo que provoca que una respuesta aguda, esencial para mantener la salud, se convierta en una condición crónica.
La inflamación se inicia a través de un proceso bien comprendido. Una vez que el organismo detecta un desafío, un compuesto llamado Factor Nuclear kB (NFkB) desencadena la liberación de una variedad de otras sustancias químicas llamadas citoquinas (Liu et al, 2017; Kogut et al, 2018; Dal Pont et al., 2023). Estas aumentan el diámetro de los capilares en el área afectada y también el flujo sanguíneo, acelerando la llegada de glóbulos blancos como neutrófilos y macrófagos que pueden eliminar patógenos o reparar tejidos dañados. Los cambios en los capilares y el flujo sanguíneo son responsables del enrojecimiento que observamos en nuestros cuerpos.
Esta cascada de citoquinas también activa la producción de un conjunto de proteínas involucradas en la neutralización del desafío, incluyendo la proteína C-reactiva, que se producen en el hígado, utilizando recursos que de otro modo se destinarían a la producción. Además, varios tipos de glóbulos blancos —macrófagos, neutrófilos y, en particular, linfocitos— pasan de tener una actividad metabólica prácticamente nula a convertirse en algunas de las células más activas del organismo, replicándose y comenzando a producir compuestos anti-patógenos como las inmunoglobulinas (Guimaraes-Costa et al, 2012). Nuevamente, toda esta actividad requiere cantidades sustanciales de energía, aminoácidos y oligoelementos, lo que reduce la cantidad disponible para la producción.
Si el desafío se aborda con éxito, la inflamación debería "apagarse". De hecho, este proceso de terminación debería comenzar casi tan pronto como inicia la inflamación (Sugimotos et al, 2016). Sin embargo, en muchos casos, esto no ocurre, lo que lleva a una condición crónica derrochadora, donde enormes cantidades de nutrientes necesarios para la producción (crecimiento, huevos, leche, desarrollo del feto) se desvían hacia la respuesta inflamatoria.
Por lo tanto, se necesita un método para "bloquear" la estimulación continua de la respuesta inflamatoria, permitiendo que la fase aguda finalice y no se convierta en una situación crónica. Los compuestos que pueden inhibir las acciones del NFkB podrían ser útiles, y esto se ha demostrado en muchos animales. Estos compuestos se pueden encontrar en ciertos extractos vegetales, que se discutirán en el próximo artículo titulado “De la naturaleza a la nutrición: nuevos conocimientos para abordar la inflamación crónica en cerdos”.
