Los que pensaban que el mercado de cereales y oleaginosas se había vuelto tedioso y aburrido, y sobre todo “controlable”, deberían haberlo pensado dos veces. En estos últimos 15 días se han dado un baño de realidad, en el cual la volatilidad y la subida de precios han sido los protagonistas del mercado.
Pero ¿qué ha pasado? ¿cómo es posible? se deben estar preguntando los compradores de medio mundo… Después de pasar meses con precios de maíz en los puertos españoles de disponible a diciembre 2026 entre 208 y 212€/t y precios de trigo para enero/mayo 2026 entre 217-220€/t, de golpe se suceden varias noticias que dan un vuelco al mercado y eliminan por completo esa sensación de situación controlada y de no perder oportunidades.

A toro pasado uno solo puede pensar “con lo bien que estábamos!”: cosechas récord a nivel mundial, siembras que evolucionaban bien, guerra comercial presionando precios…
La soja y la EUDR
Vayamos por partes, primero hablemos de la soja. Como recordarán, ya lo hemos comentado en este espacio en más de una vez, la Unión Europea, en su cruzada contra la deforestación, implantó la normativa EUDR que afecta a varios productos (la palma, el chocolate, el café…) y entre ellos a la soja. Esta ley, que revisa la procedencia de estos productos y cuyo objetivo es frenar la destrucción de bosques y que debía entrar en vigor a 30 de diciembre de 2024, se pospuso un año más El objetivo es loable sin duda, pero ha generado mucha incertidumbre en cuanto a las dificultades técnicas de su aplicación. Para los exportadores, especialmente de América Latina y del Sudeste Asiático, la ley equivale a un terremoto burocrático. Necesitarán demostrar que los cultivos no han arrasado ni una hectárea de bosque cumpliendo buena conducta ambiental e incluyendo la geolocalización exacta de las parcelas de origen.
Hace un mes, a finales de septiembre, se insinuó desde la UE la posibilidad de volver a posponer la entrada en vigor de la ley un año más para grandes empresas. Eso dio alas al mercado a poder cubrir soja para todo 2026 a precios históricamente bajos y competitivos (alrededor de 305-310e/TM según posiciones).
¿El problema?, hace poco más de una semana la Comisión sugirió que no consideran necesario retrasar más la aplicación de la norma. Eso sí, prometía cierta flexibilidad burocrática y ofrecer a las empresas 6 meses de gracia sin sanciones. ¿Resultado?: precios al alza, y lo peor de todo, imposibilidad de realizar compras tanto a corto como a largo plazo. Esta situación tan atípica ha generado muchísimo estrés en el mercado, tanto para las grandes compañías que habían vendido soja para todo el 2026 creyendo que se iba a posponer la aplicación de la ley, como para los fabricantes que han visto subir el precio de la soja alrededor de 65€/t, casi nada.
Mientras tanto, en la UE los funcionarios y políticos deben estar tomando café, discutiendo si vuelven a aplazar la ley o mantienen la fecha de entrada en vigor en tan solo 58 días, eso sí, seguro que es café libre de desforestación.
La soja y el pacto de Busan
A un océano de distancia se ha librado otra batalla igual de relevante entre China y Estados Unidos, dos países que protagonizan una de las relaciones más complicadas a nivel mundial. Durante años, China fue el principal comprador de las habas de soja de Estados Unidos, pero el amor se agrio con la guerra comercial de 2018 (el primer mandato de Trump) y, a pesar de haber tenido años un poco mejores, desde febrero de 2025 se vive una relación de idas y venidas conocida por todos. China sigue siendo el mayor importador mundial de soja, y un gran cliente de Estados Unidos, pero aquí aparece un triángulo amoroso, ya que Brasil ha robado buena parte de la cuota de mercado estadounidense con precios competitivos. En la reunión celebrada en Busan el 30 de octubre, China acudió con los deberes hechos, grandes stocks en los puertos y compras en Brasil, presionando a Estados Unidos para realizar un acuerdo y una bajada de aranceles, utilizando como rehenes a los agricultores americanos, columna vertebral del electorado de Trump. En la reunión, entre otros temas, se acordó que China compraría 12 millones de toneladas de habas de soja durante este pasado mes de octubre y se comprometió a comprar 25 millones de toneladas cada año durante 3 años. Para hacernos una idea, la cosecha americana es de 118 millones de toneladas de soja, y el consumo chino de 112 millones aproximadamente, es decir, que estamos hablando de un compromiso del 21,2% del total de la oferta americana. Este acuerdo también ha provocado alzas en el mercado de Chicago, apuntalando aún más los precios tanto de soja como de maíz y trigo.
Del pacto de Busan, la delegación americana ha proclamado públicamente el éxito que significaba dicho acuerdo. Por su parte, la delegación china ha mantenido un silencio calculado. Ahora lo importante es ver si este pacto, que ha significado la primera reunión en persona entre Trump y Xi desde 2019, conseguirá finalmente relajar las tensiones comerciales protagonistas del último año.
Quedan dos meses para finalizar este 2025: ¡Abróchense los cinturones!



