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Para la mayoría de los lechones en granjas comerciales, el destete implica una separación abrupta de la cerda, el traslado a un corral desconocido y la reagrupación con lechones de otras camadas. Este estrés social también va acompañado de desafíos nutricionales, ya que el lechón pasa de la leche materna a una dieta de origen vegetal, cambiando de alimento líquido a sólido. Estos factores, junto con otros elementos estresantes, hacen que el destete sea uno de los periodos más difíciles en el ciclo productivo del cerdo. Esta fase es especialmente crítica porque el rendimiento de los lechones durante este periodo repercute directamente en el éxito económico de las granjas porcinas. Es bien sabido que la tasa de crecimiento depende de un consumo adecuado de nutrientes.
Sin embargo, en los primeros días después del destete, el consumo de pienso suele disminuir significativamente y algunos lechones pueden pasar uno o dos días sin comer. Al no alimentarse, los lechones no crecen o incluso pierden peso, lo que puede retrasar su desarrollo y afectar su rendimiento a lo largo de su vida. Ante estos desafíos, las intervenciones nutricionales y de manejo se centran en animar a los lechones a comer lo antes posible para minimizar los retrasos en el crecimiento y las pérdidas de rendimiento a largo plazo. Una mejor comprensión de la dinámica de alimentación de los lechones puede ayudar a perfeccionar estas intervenciones y abordar mejor el problema.
Efectos sobre la salud de la anorexia asociada al destete
La disminución del consumo de pienso inmediatamente después del destete tiene consecuencias importantes para la salud y el desarrollo de los lechones. Cuando los lechones no consumen nutrientes adecuados, su función inmunitaria se ve comprometida, haciéndolos más susceptibles a infecciones y enfermedades (Spreeuwenberg et al., 2001). Además, la falta de paso de nutrientes de la dieta en el intestino puede causar alteraciones en la fisiología intestinal de los lechones, como la degradación de la morfología y la reducción de la actividad enzimática, lo que finalmente resulta en una menor absorción de nutrientes (Fàba et al., 2024; Moeser et al., 2017), que repercute en el rendimiento de los lechones. Un intestino no saludable y un aumento de nutrientes no digeridos suelen provocar diarrea post-destete, un problema sanitario común en la producción porcina comercial. Los efectos combinados del estrés del destete y la anorexia no solo ralentizan el desarrollo de los lechones, sino que también pueden agravar los retrasos en el rendimiento a largo plazo, incluyendo una menor eficiencia alimentaria y un mayor número de días hasta alcanzar el peso de sacrificio (Boudry et al., 2004; Pulske et al., 1997).
Cuándo deben comer los lechones
El destete presenta un dilema fisiológico para los lechones, ya que se espera que comiencen a comer inmediatamente a pesar de encontrarse en unas condiciones poco propicias para la alimentación. Los lechones deben adaptarse bruscamente de la leche materna, altamente palatable y biológicamente adaptada, a una dieta artificial formulada en base a supuestos sobre sus necesidades nutricionales utilizando ingredientes de origen vegetal. Aunque el descenso del consumo de pienso en los lechones tras el destete es habitual, el grado y la duración de la reducción varían mucho entre los lechones, por lo que resulta difícil identificar un patrón de alimentación universal. Por ello, en lugar de intentar responder simultáneamente a cuándo y cuánto deben comer los lechones, puede ser más prudente centrarse primero en cuándo deben comer. Mientras se asegura que los lechones comen lo suficiente para cubrir sus necesidades, es importante reconocer los desafíos a los que se enfrentan durante esta transición y comprender cómo reaccionan a ellos y cómo afecta a sus hábitos alimentarios.
Bruininx et al. (2001) observaron que 10 horas después del destete, entre el 40 y 55% de los lechones aún no habían comido. Curiosamente, una mayor proporción de lechones más pesados (55%) permanecían anoréxicos en comparación con los más pequeños (40%) durante este período (Figura 1).
Figura 1. Porcentaje de cerdos destetados que no habían comido después del destete. Las curvas corresponden a cerdos destetados de peso ligero (línea azul), mediano (línea naranja) y pesado (línea gris). Los periodos oscuros se indican con barras sombreadas. Fuente: Bruininx et al., 2001
No obstante, a las 24 horas, esta diferencia entre pesos al destete desapareció y sólo un 20% de los lechones seguían sin comer. A las 48 horas, esta cifra se redujo a menos del 5%. Este período temporal de anorexia a menudo se acepta en las granjas comerciales, ya que en las primeras 48 horas tras el destete suelen producirse peleas intensas entre los nuevos compañeros de corral mientras se establece una nueva jerarquía social (McGlone, 1985). El pico de estas peleas ocurre durante las primeras horas (Bruininx et al., 2001), lo que, en consecuencia, disuade a los lechones de comer (Dong and Pulske, 2007). Le Dividich y Sève (2000) estimaron que la ingesta de energía post-destete durante la primera semana es hasta un 40% inferior a los niveles previos al destete. Esta reducción de la ingesta de energía y nutrientes obstaculiza el crecimiento y los lechones suelen experimentar pérdida de peso en los primeros días. Este retraso tiene un efecto negativo duradero en el rendimiento de los lechones. Las investigaciones han demostrado que los lechones que no crecieron o, peor aún, perdieron peso durante la primera semana después del destete necesitaron 10 días adicionales para alcanzar el peso de sacrificio (Kats et al., 1992).
Todas estas consecuencias demuestran que las estrategias para mitigar la anorexia asociada al destete son cruciales. Un manejo adecuado del destete, como la transición gradual de la dieta y la reducción del estrés ambiental, puede ayudar a los lechones a adaptarse mejor y mantener una salud intestinal óptima durante el destete.
Además, las intervenciones nutricionales, como las dietas altamente digestibles, los aditivos palatables para piensos y los suplementos que promueven la salud intestinal, pueden fomentar el consumo temprano de piensos. Los estudios sobre el comportamiento alimentario también son fundamentales para comprender completamente el alcance del problema y sus posibles soluciones.
Conclusión
El destete tiene efectos negativos bien conocidos sobre el metabolismo, la salud intestinal y la inmunidad de los lechones, muchos de los cuales están relacionados con la disminución significativa del consumo de pienso durante esta transición. Un mejor conocimiento de los desafíos a los que se enfrentan los lechones, así como de las consecuencias de un bajo consumo de pienso a corto y largo plazo, puede ayudar a los nutricionistas en la formulación de sus dietas para promover el crecimiento y mejorar la salud. Mediante la incorporación de aditivos para piensos científicamente probados que mejoran el consumo de pienso de los lechones y potenciando los conocimientos sobre el comportamiento alimentario de los lechones, los productores pueden implementar estrategias más efectivas para manejar el estrés del destete y optimizar la nutrición de los lechones.