
Nuevas investigaciones genéticas desmontan el modelo clásico de sustitución secuencial de las distintas cepas. Hoy sabemos que PCV2a, PCV2b y PCV2d coexisten, fluctúan y compiten en función de la presión inmunitaria y las condiciones locales.
Esta evolución dinámica desafía nuestras estrategias de control y obliga a replantear el enfoque vacunal y la vigilancia en campo.
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