Cómo mantener una productividad óptima en cerdas gestantes
Cómo mantener una productividad óptima en cerdas gestantes
Una estrategia de alimentación bien gestionada permite mantener la condición corporal equilibrada a lo largo de todos los ciclos reproductivos.
Mantener a las cerdas en un buen estado corporal de un ciclo reproductivo a otro es una prioridad fundamental para asegurar camadas homogéneas de lechones sanos y bien desarrollados.
Las cerdas excesivamente engrasadas, demasiado delgadas o que sufren oscilaciones marcadas entre ambos extremos presentan un mayor riesgo de ver comprometido su rendimiento productivo. Alcanzar este equilibrio requiere una gestión nutricional cuidadosa.
El reto principal es que durante los 4-5 primeros días reproductivos la cerda todavía se encuentra en fase de crecimiento. En cada gestación su peso corporal aumenta una media de 20 Kg, incremento que se ve parcialmente compensado durante la lactación, período durante el cual es habitual una pérdida de peso del 6 al 9%. Tabla 1

Mantener una condición corporal estable es esencial en todas las fases del ciclo, desde la inseminación y la concepción hasta la lactación. Esto implica minimizar las variaciones de peso y mantener un espesor de grasa dorsal en torno a 14-17 mm. Tras el parto, la condición corporal debe recuperarse con rapidez para preparar adecuadamente a la cerda para el siguiente ciclo reproductivo.
Relación entre productividad y longevidad
Una gestión inadecuada de la condición corporal tiene consecuencias graves tanto sobre la productividad de la cerda como sobre su vida útil en la explotación. En la tabla 2 se compara el rendimiento productivo de cerdas con una condición corporal óptima frente a cerdas con bajo peso. Los resultados son claros.
Las cerdas excesivamente delgadas no solo presentan una mayor incidencia de úlceras de hombro, sino que también muestran una tasa significativamente superior de lechones nacidos muertos en el momento del parto.
Por el contrario, las cerdas con un exceso de condición corporal se asocian a un incremento del coste de alimentación y a un mayor riesgo de problemas durante el parto, lo que puede traducirse en la necesidad de asistencia manual. Asimismo, el consumo total de pienso es más elevado en aquellas cerdas que presentan grandes fluctuaciones de peso a lo largo del ciclo reproductivo.
Cuando la pérdida de peso tras el parto es acusada, una recuperación rápida de la condición corporal resulta clave para evitar un aumento de los días no productivos antes de que la cerda esté en condiciones de ser inseminada nuevamente.

Apuntar a la condición corporal ideal
La evaluación continua y la regulación de la condición corporal son aspectos críticos cuya importancia no puede subestimarse. En una explotación bien gestionada, al menos el 90 % del censo debería presentar una condición corporal óptima, con el fin de favorecer el desarrollo uterino y fetal y garantizar una producción de lechones uniforme.
Una gestión eficiente de la alimentación a lo largo de todo el ciclo reproductivo es clave para alcanzar los mejores resultados productivos. El contenido en proteína, lisina, fósforo y calcio del pienso desempeña un papel fundamental en cada fase (tabla 5), al igual que la inclusión adecuada de fibra soluble e insoluble, así como de vitaminas y minerales adicionales.

Tras la inseminación, las tres a cuatro semanas posteriores son determinantes para el tamaño de la camada, ya que es en este periodo cuando los óvulos se fijan al útero y los embriones comienzan su desarrollo. Durante esta fase, las cerdas necesitan entre 2,5 y 4 kg de pienso al día para disponer de energía suficiente que permita mantener su propio peso corporal y sostener el desarrollo fetal.
En la segunda fase de la gestación, entre los 28 y 84 días, los niveles de alimentación suelen reducirse, en función de la evaluación de la condición corporal. Posteriormente, en las tres a cuatro semanas previas al parto, la ración se incrementa nuevamente hasta alrededor de 3,5 kg/día, lo que contribuye al crecimiento y desarrollo de los lechones y prepara la fertilidad de la cerda para la siguiente inseminación.
El papel del clima
La temperatura ambiental en las instalaciones también influye de forma significativa en el consumo de pienso a lo largo del ciclo reproductivo. Cuando la temperatura es baja, aumentan los requerimientos energéticos de las cerdas. Se estima que es necesario aportar aproximadamente 0,2 kg adicionales de pienso por día por cada descenso de 5 °C respecto a una temperatura de referencia de 20 °C.
Por tanto, una estrategia de alimentación eficaz debe contemplar tanto la evaluación periódica de la condición corporal individual de cada cerda como las condiciones climáticas de la zona donde se desarrolla la producción. La rápida adaptación de los niveles de alimentación puede marcar la diferencia a la hora de mantener resultados productivos estables y consistentes.

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