La sanidad continúa consolidándose como uno de los principales factores que marcan la diferencias en rentabilidad en las empresas porcinas. Las enfermedades provocan una reducción en el número total de lechones destetados, aumento de la mortalidad y deterioro del índice de conversión, lo que se suma a los sobrecostes sanitarios, logísticos y de personal derivados de los esfuerzos por mitigar la problemática. La diferencia en el coste de producción entre granjas, flujos o empresas con mayores desafíos sanitarios y aquellas menos afectadas supera con frecuencia el margen de beneficio histórico del sector. Esto implica que, en contextos de mercado menos favorables, hay granjas, flujos y empresas cuya rentabilidad y sostenibilidad económica se ve comprometida. Además, hay que tener en cuenta que el uso de antibióticos para tratar las enfermedades acumuladas en las poblaciones porcinas es cada vez más restringido.
Las bases de un programa integral de mejora sanitaria en un sistema de producción porcina son:

- La prevención (bioseguridad), para minimizar el riesgo de introducción de agentes infecciosos
- La estabilización (control), para mitigar el impacto de las enfermedades existentes
- La erradicación de los patógenos que puedan ser eliminados a un coste razonable
Para ello, técnicos y ganaderos disponen de diversas intervenciones sanitarias, como programas de bioseguridad, inmunizaciones, medicación estratégica, flujo Todo-Dentro / Todo-Fuera, manejo en bandas, cierre de granja y aclimatación de reposición, que deben aplicarse según las circunstancias.
Enfermedades como PRRS, influenza porcina, neumonía enzoótica (Mycoplasma hyopneumoniae) o disentería porcina (Brachyspira hyodysenteriae) pueden ser eliminadas de manera consistente mediante la combinación adecuada de algunas de las estrategias previamente mencionadas. Sin embargo, existen variantes de alta patogenicidad de agentes, como Actinobacillus pleuropneumoniae, Streptococcus suis, Glaesserella parasuis o Escherichia coli, que no pueden erradicarse de las poblaciones porcinas sin recurrir a estrategias más radicales como la despoblación-repoblación o la cesárea con privación de calostro y separación de los lechones.
Cuando uno o varios de estos agentes más difíciles de eliminar provocan pérdidas significativas, o cuando coexisten varias enfermedades de alto impacto económico, se debe realizar un análisis sistemático para determinar si la despoblación-repoblación es la herramienta más adecuada a implementar.

Planificación
La despoblación y repoblación de granjas porcinas consiste en el vaciado de los animales existentes, seguido de un lavado minucioso, desinfección completa de las instalaciones y la posterior introducción de animales con estatus sanitario superior. La experiencia acumulada en 30 proyectos de despoblación-repoblación puede resumirse en cinco puntos críticos que determinan el éxito del proceso:
- Proceso de decisión para justificar y ejecutar el proyecto. Esta fase requiere una investigación rigurosa y un proceso de deliberación que permita construir consenso entre los equipos de gerencia, producción y sanidad antes de iniciar el proyecto. Los principales aspectos a considerar incluyen:
- La estimación del impacto económico actual de las enfermedades presentes, o la proyección de la reducción de costos de producción tras alcanzar el estatus sanitario deseado.
- La evaluación del riesgo de reintroducción de los agentes patógenos que se desea eliminar o el tiempo estimado en el que se espera mantener la producción bajo el nuevo estatus sanitario. La mayoría de los patógenos de importancia económica como por ejemplo Brachyspira hyodysenteriae, Actinobacillus pleuropneumoniae, Streptococcus suis o Glaesserella parasuis pueden ser prevenidos con un programa de bioseguridad básico. Incluso en granjas que se encuentran en zonas de alta densidad porcina, porque la transmisión indirecta de estos agentes es menos probable.
- La disponibilidad de cerdas de reposición, tanto inicial como futura, que cuenten con el estatus sanitario requerido y un potencial genético competitivo.
- La viabilidad real del proyecto, considerando la disponibilidad de personal calificado, instalaciones adecuadas y apoyo logístico suficiente.
- Fuente de reposición con estatus sanitario superior. La empresa debe contar con garantías sólidas sobre la sanidad de la granja de origen de las cerdas de reposición. Esta debe estar libre de agentes epidémicos de alto impacto, como PRRS, Actinobacillus pleuropneumoniae, Mycoplasma hyopneumoniae o Brachyspira hyodysenteriae. Además, debe conocerse con precisión la diversidad y el impacto clínico de agentes endémicos presentes, como Streptococcus suis, Glaesserella parasuis, Escherichia coli o PCV2, entre otros.
- Manejo de recría y cubrición en una granja externa. En ausencia de una granja externa destinada a la recría y cubrición, un proyecto de despoblación-repoblación implicaría una interrupción de la producción de lechones destetados durante un período de 20 a 22 semanas, lo que en la mayoría de los casos vuelve el proyecto económicamente inviable. Para minimizar esta pérdida productiva, se recomienda contar con una instalación externa y biosegura que permita acumular, recriar y cubrir las cerdas de reposición, de manera que estén listas para ser introducidas en la granja en el momento adecuado (Fig. 2). Esta estrategia permite reducir el periodo sin producción a 4-6 semanas, de las cuales una parte significativa puede recuperarse gracias al mejor desempeño productivo de los nuevos animales.
Figura 2. Diagrama de línea de tiempo y flujo de animales durante la despoblación-repoblación. - Procedimiento de vaciado y descontaminación de las instalaciones. Cinco o seis semanas antes de iniciar las cubriciones en la granja externa, se detienen las cubriciones en la granja que será despoblada. A partir de ese momento, todas las cerdas destetadas se envían a sacrificio y se da inicio al proceso de vaciado, limpieza y desinfección de la granja, el cual se extenderá durante las siguientes 20 semanas. Es fundamental la planificación de las actividades semanales para asegurar la retirada del 100% de la materia orgánica de todas las áreas, el manejo de las fosas de purín, la ejecución del mantenimiento y las reformas necesarias, el control de plagas, la limpieza de vestuario, almacenes, despacho y alrededores de la granja y la inspección sistemática de cada sección. Cada empresa puede contar con protocolos específicos de limpieza, desengrasado y desinfección, pero el éxito depende principalmente de una implementación meticulosa y coherente en cada etapa del proyecto.
- Llenado y arranque de la nueva población. Una vez validada la eliminación total de materia orgánica, polvo y biofilm, y comprobada la correcta aplicación de desinfectante(s) a la concentración indicada, así como la ausencia de humedad en las instalaciones, la duración del periodo de vacío sanitario se vuelve un factor menos crítico para el éxito del proyecto. En algunos casos, se justifica la utilización de animales centinela para validar la ausencia de agentes infecciosos antes de introducir la nueva población. Tras una inversión de esta magnitud, es fundamental garantizar que los transportes utilizados presenten un riesgo sanitario mínimo. La entrada de las cerdas debe realizarse de manera escalonada, comenzando por aquellas próximas a cubrir o parir, y dejando para el final las últimas cerdas cubiertas en la recría externa, con el objetivo de facilitar la implantación embrionaria. Para asegurar el éxito de la producción en la nueva población, es esencial considerar el entrenamiento de las cerdas al sistema automático de alimentación en gestación, así como un manejo cuidadoso de la condición corporal durante la recría externa.
Conclusión
La despoblación-repoblación es una estrategia eficaz para romper los ciclos de transmisión de enfermedades de alto impacto. Su correcta implementación permite no solo mejorar el estatus sanitario de las granjas, sino también recuperar la eficiencia productiva y la rentabilidad a largo plazo. Sin embargo, el éxito del proceso depende de una planificación rigurosa, una ejecución meticulosa y una evaluación técnico-económica previa que justifique su viabilidad. Frente a un entorno sanitario cada vez más desafiante y un mercado más competitivo, establecer la estrategia más costo-efectiva puede marcar la diferencia entre la sostenibilidad económica o el fracaso de una empresa porcina.