Tendencias del tamaño de la camada de la cerda y cómo optimizarlo

Con el fin de minimizar los costos de producción y mantener su competitividad, los productores de porcino utilizan varios indicadores de rendimiento, como el índice de conversión (IC), las camadas por cerda y por año, los lechones por camada o la cantidad de carne de cerdo producida por cerda y por año. En este artículo, discutiremos cómo ha evolucionado el tamaño de la camada en los últimos años y cómo se puede mejorar.

El tamaño de la camada es un parámetro importante porque afecta directamente en el rendimiento ganadero y en el número de cerdas necesarias para abastecer los mercados nacionales y de exportación de un país determinado. Este indicador ha aumentado constantemente en todo el mundo, e incluso más rápido en los últimos años, lo que significa que la eficiencia de las cerdas ha mejorado, gracias al progreso genético, una mejor nutrición y manejo. Por supuesto, cuando se habla de la eficiencia de las cerdas, no debemos olvidar la longevidad de la cerda porque el número de cerdos producidos por una cerda durante su vida también es un factor importante para el éxito.

En Europa, se ha observado un aumento claro y constante en el tamaño de la camada en los últimos años. Baumgartner (2012) informa que de 1990 a 2010, el número de lechones nacidos aumentó en promedio de 11 a 14 por camada, y esta tendencia ha continuado. Hoy en día, con líneas hiperprolíficas, muchas cerdas están pariendo 18-20 lechones, a veces incluso más. 

Por ejemplo, un estudio realizado por el Prof. Dr. Steffen Hoy y Birgitt Hameister indica que, en Alemania, la productividad total de las cerdas aumentó aproximadamente 63 lechones nacidos vivos por cerda a 84 o 33%, entre 2006 y 2015. En el mismo período, el tamaño promedio de la -.,mb vPcamada había aumentado de 12,2 a 15,6 lechones por camada (+28%).  La ganancia adicional en el rendimiento podría explicarse por el hecho de que el número promedio de camadas por cerda también aumentó, en aproximadamente un 4% (5,31 frente a 5,09).

En su artículo "Long-Term Trends In Pigs Per litter", Michael Langemeier de la Universidad de Purdue informa que, en Estados Unidos, de 1993 a 2020, el número de lechones por camada aumentó en 0,104 lechones cada año, o un 1,10 por ciento, en promedio. En el transcurso de 28 años, esto significa un aumento de 2,93 lechones por camada, o un poco más del 36%.

Según datos de INTERPIG (ver Figura 1), de 2018 a 2020 el número promedio de lechones nacidos vivos aumentó en 0,62 lechones, o un 0,31 cada año. El mayor aumento (+1,6 lechones por año) se registró en Hungría, que también fue el país con el menor número de nacidos vivos en 2018 (12,2 lechones por camada). En los Países Bajos, un país donde el número de nacidos vivos fue uno de los más altos en 2018, este parámetro se redujo en 0,05 lechones en promedio entre 2018 y 2020.  Pero en Dinamarca, donde las cerdas ya tenían 17,7 lechones nacidos vivos por camada en 2018, la tendencia fue un aumento continuo con 0,20 lechones adicionales cada año.  

Figura 1: Cambios anuales en lechones nacidos vivos por camada en países seleccionados (datos de INTERPIG, 2018 - 2020)

¿Cuáles son los parámetros que tienen un impacto en el tamaño de la camada?

En teoría, varios parámetros tienen un impacto en el tamaño de la camada. Por supuesto, el primero es el potencial genético, ya que el impacto de la raza y el genotipo es claro. Gracias a las mejoras en la selección genética y el manejo de las cerdas, se ha logrado un promedio de 0,2 a 0,3 lechones adicionales por camada año tras año en muchas explotaciones. Es cierto que la aparición de camadas grandes continuará aumentando a medida que las compañías genéticas identifiquen genes que afectan la prolificidad.  Sin embargo, la heredabilidad del tamaño de la camada es baja (entre el 10 y el 15%), por lo que seleccionar animales de la misma manada para el tamaño de la camada tiene poco valor.

Una vez que las cerdas están presentes en la explotación, hay otros factores que determinarán el tamaño de la camada. Todos los responsables de las unidades de parto saben que la paridad de cerdas es uno de ellos.  Para optimizar la productividad de la granja, generalmente se recomienda apuntar a una paridad promedio de 2,5 a 3,0, con más del 45% de las cerdas en paridad de tres a seis.  Esto se debe a que las primerizas tienen camadas más pequeñas que las cerdas multíparas, y el tamaño de la camada es máximo entre las paridades tres y cinco. Posteriormente, el número de lechones generalmente se mantiene estable o disminuye ligeramente, pero el peso individual al nacer del lechón parece reducirse con cerdas de paridades mayores (Bergstrom, 2011).

Los siguientes factores para discutir son la tasa de ovulación, la mortalidad embrionaria y la calidad del semen. Por supuesto, el tamaño máximo posible de la camada está determinado por la tasa de ovulación. Sin embargo, parece que cuando la tasa de ovulación aumenta, la mortalidad fetal tiende a aumentar, probablemente porque se reducen el volumen uterino por embrión y el flujo sanguíneo disponible para cada feto.  Con respecto a la calidad del semen, es importante seguir las recomendaciones de los proveedores para el almacenamiento y la manipulación. Si se utilizan verracos en la explotación, no deben utilizarse en exceso. Por ejemplo, se recomienda usar verracos jóvenes (de ocho a doce meses de edad) como máximo cuatro veces por semana, mientras que los verracos mayores se pueden manejar hasta seis servicios por semana. También es importante recordar que las temperaturas superiores a 30°C resultarán en una reducción de la fertilidad del verraco.

Al manejar a las cerdas, hay algunos puntos importantes para tener en cuenta. Idealmente, las cerdas deben ser inseminadas 12 horas antes de la ovulación, que ocurre alrededor del 70% del estro. Para estimular a las cerdas, es esencial tener un verraco activo en la sala, incluso si se practica la inseminación artificial (IA). Aunque no debería haber diferencia en el tamaño de la camada entre el servicio natural y la IA (cuando ambos se hacen correctamente, por supuesto), parece que, para las cerdas jóvenes, combinar el servicio natural y la IA es mejor para el tamaño de la  camada que la IA sola.  Finalmente, la inseminación de cerdas jóvenes en su segundo celo puede tener un impacto positivo en el tamaño de su camada.

La nutrición de la cerda durante la gestación también puede influir en el tamaño de la camada, aunque, en condiciones comerciales normales, la cantidad de alimento administrado durante la gestación tendrá un impacto limitado, porque los requisitos aún son pequeños.  Además, no parece que el aumento de los niveles de vitaminas resulte en camadas más grandes.  Esta es una historia diferente en la lactancia porque restringir la ingesta de alimento durante ese período puede afectar negativamente tanto la tasa de ovulación como la supervivencia del embrión.  Para las cerdas jóvenes, algunos experimentos indican que la tasa de ovulación, y por lo tanto el tamaño de la camada, se puede aumentar dando una dieta de alta calidad ad libitum durante al menos diez días antes de la inseminación. Pero no debemos olvidar que dar más de 2,5 kg de alimento por día a las cerdas jóvenes en los primeros dos o tres días después de la inseminación puede disminuir la supervivencia del embrión.

Es obvio que el último punto de nuestra lista debe ser el estado de salud de la explotación. El impacto de enfermedades como el parvovirus o el síndrome reproductivo y respiratorio (PRRS) está bien documentado, pero otras infecciones, como enterovirus, leptospirosis, brucelosis, herpesvirus, influenza, o también parásitos, pueden reducir el número de lechones nacidos vivos y, por lo tanto, tener un impacto negativo en el tamaño de la camada.  Por lo tanto, una buena bioseguridad y planes de vacunación adecuados son muy útiles para garantizar un tamaño óptimo de la camada.