El mecanismo de administración de las vacunas orales protege al antígeno del bajo pH y las proteasas del tracto digestivo, además de transportar eficazmente los componentes activos de la vacuna al intestino delgado. El antígeno es captado por las células presentadoras de antígeno, como las células dendríticas, que presentan los antígenos a los linfocitos T en el tejido linfoide asociado al intestino (GALT, por sus siglas en inglés), induciendo así la inmunidad humoral de la mucosa y la respuesta inmunitaria celular. Las células dendríticas migran al ganglio linfático mesentérico y promueven la activación de los linfocitos T y B específicos del antígeno.
Tras la activación, los linfocitos proliferan y se diferencian, y estos linfocitos clonales activados salen del ganglio linfático mesentérico y entran en el torrente sanguíneo. Las células dendríticas desempeñan un papel fundamental en la regulación de la expresión de moléculas homing en la superficie de los linfocitos activados.

Una vez en la circulación, la mayoría de los linfocitos activados regresan al lugar donde se encontraron inicialmente con el antígeno. Sin embargo, una parte de estos linfocitos también migra a tejidos mucosos distantes, más allá del lugar donde se captó el antígeno. Esta activación del antígeno en un sitio inductor de la mucosa, que conduce a la aparición de linfocitos T y B efectores y/o de memoria en sitios distantes de la mucosa, constituye la base del sistema inmunitario común de las mucosas (CMIS, por sus siglas en inglés).
Por esta razón, los antígenos administrados por vía oral también pueden inducir respuestas inmunitarias en la mucosa respiratoria, como se explica en nuestro próximo artículo que se publicará en 3tres3 el 15 de septiembre de 2025 "Vacunas orales frente a enfermedades respiratorias: activando el sistema inmunitario común de las mucosas".

Esquema de activación del sistema inmunitario común de las mucosas