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¿Es la condición corporal la herramienta adecuada para ajustar la alimentación de la cerda gestante?

La energía ingerida en base a la condición corporal difiere mucho de la energía requerida en cerdas adultas. Por otra parte, el NRC sobreestima claramente las necesidades de mantenimiento de las cerdas adultas.

Para conseguir una producción óptima y duradera de la cerda, es necesario conocer de la forma más objetiva posible la evolución creciente y decreciente de las reservas corporales experimentadas a lo largo de la gestación y lactación, respectivamente, y traducirla de forma fiable a quilos de pienso para satisfacer las necesidades.

En condiciones comerciales la forma más común de valorar el estado de reservas es utilizando la nota de condición corporal (CC) de las cerdas a lo largo del ciclo productivo. La CC a la salida de maternidad es un índice indirecto de la cantidad de pienso a administrar, durante el primer mes de gestación, destinado a recuperar las pérdidas de reservas corporales. La CC al mes de gestación permite valorar si se han podido recuperar las cerdas durante la primera fase de gestación antes de la entrada a la gestación en grupo. Actualmente este punto se puede considerar crítico tanto para los sistemas de alimentación en grupo como para las estaciones de alimentación electrónicas ya que representa el punto de inicio del patrón o curva de alimentación a seguir durante los 2,5 meses siguientes. Teniendo en cuenta que estos 2,5 meses representan más del 50% del ciclo productivo completo de la cerda, resulta cuestionable si la CC es la mejor herramienta para definir el patrón o curva de alimentación destinada a satisfacer las necesidades de la cerda gestante.

Recientemente en nuestro grupo, se ha llevado a cabo un estudio observacional retrospectivo en un población de más de cien cerdas, desde primerizas a cerdas de octavo parto, para evaluar la utilidad de la CC como herramienta para establecer el patrón de alimentación a partir de la confirmación de la gestación y hasta la entrada a parideras. Para ello se pesaron individualmente las cerdas a la entrada y salida de patios de gestación, se registró el espesor de grasa dorsal por ecografía y se registraron los rendimientos al parto (número de nacidos y peso de los lechones). Paralelamente se registró individualmente tanto el patrón de consumo como la cantidad total de pienso consumido durante este periodo que había sido establecido y modificado en base a la CC realizada por el encargado habitual de la explotación.

En base a esta información y tomando como referencia el NRC (2012) se calcularon los requerimientos de energía metabolizable (EM) (kcal/día) así como la partición de la energía destinada a mantenimiento, crecimiento y/o repleción de reservas de la cerda y correcto desarrollo de la gestación (útero grávido, anejos y glándula mamaria). Así mismo se calculó la cantidad total de EM ingerida (kcal/día) y se estudió el grado de satisfacción de las necesidades en función de la paridad (1er y 2º parto, de 3º a 5º parto y +de 5 partos).

Partición de las necesidades de energía (EM, kKcal/día) durante los últimos 2,5 meses de gestación para una cerda joven, adulta o vieja

Figura 1. Partición de las necesidades de energía (EM, kcal/día) durante los últimos 2,5 meses de gestación para una cerda joven, adulta o vieja.

En la figura 1 se presenta la partición de las necesidades energéticas medias a lo largo de los 2,5 últimos meses de gestación (EM, kcal/día) para una cerda de primer y segundo parto (animal en crecimiento), una cerda adulta (entre 3er y 5o parto) y una cerda vieja (>5 partos). Como era de esperar, las necesidades de mantenimiento representan siempre la mayor contribución relativa respecto al total de las necesidades durante la gestación, pero proporcionalmente en las cerdas adultas esta fracción es muy superior. Los requerimientos para el crecimiento y/o repleción de reservas de la cerda, son cuantitativamente importantes, mayores en las cerdas jóvenes que en las adultas y dependen de la tasa de deposición de proteína y grasa cambiantes a lo largo de la vida del animal. Las necesidades de energía para el correcto desarrollo de la gestación son proporcionales e incluso ligeramente superiores para las cerdas adultas.

Una vez caracterizadas las necesidades de energía (EM, kcal/días) el paso siguiente fue calcular como en base al nivel de alimentación y la cantidad de pienso ofrecida inicialmente y reajustada cada 3 semanas en base a la nota de CC por parte del personal encargado se satisfacían las necesidades. En la figura 2 se puede observar para las cerdas jóvenes que están en crecimiento que las cantidades de alimento ofrecidas satisfacen correctamente o incluso exceden ligeramente las necesidades en un 3% (CC media entrada ≤3 y a la salida >3;). Sin embargo, para las cerdas adultas o viejas la ingestión registrada únicamente cubre un 75 y 71%, respectivamente, de las necesidades teóricas (CC media entrada ≥3,2 y a la salida >3,7;).

EM consumida vs requerido

Figura 2. Energía metabolizable consumida respecto a la requerida según el NRC (2012) (kcal EM/día) durante los últimos 2,5 meses de gestación para una cerda joven, adulta o vieja.

Estos resultados sugieren que el seguimiento de la CC, como índice para determinar la ingestión de pienso durante la gestación confirmada, permitiría satisfacer las necesidades de las cerdas jóvenes pero no las de las cerdas adultas. En todo caso permite atender perfectamente a los animales más vulnerables de la granja. La explicación podría estar, al menos en parte, en el hecho sugerido en los últimos años, en especial con cerdas muy magras como las actuales, por el que la CC refleja más el grado de "muscularidad" del animal que el propio estado global de reservas, lo que propiciaría que las variaciones de CC se perciban mejor en las cerdas jóvenes que están creciendo y depositando músculo que en las adultas cuyo balance energético descansa mayoritariamente en las reservas grasas. Aceptando esta hipótesis, para las cerdas adultas podría ser recomendable utilizar el espesor de grasa dorsal (EGD) por si solo o en combinación con la CC a la hora de diseñar la curva de ingestión de pienso más apropiada a lo largo de la fase de gestación confirmada. De hecho, el aumento de EGD fue de 2,4 y 2,7 mm, para las cerdas jóvenes y adultas respectivamente, partiendo de un EGD inicial unos 2 mm inferior en las jóvenes. Tampoco sería descartable que una buena estimación del peso vivo fuera incluso un buen predictor, aunque este extremo requiere comprobación previa.

Finalmente es conveniente señalar que la diferencia entre la energía ingerida con el pienso y las necesidades de las cerdas adultas muestran una disparidad muy grande (diferencias de entre 15 y 30%, figura 2) que, si fuera cierta, posiblemente no afectarían al peso al nacimiento de los lechones ni a la producción de leche de la cerda en la lactación siguiente, pero podrían reducir su longevidad. Por otra parte, los resultados indican que el NRC (2012) ofrece una clara sobreestimación de las necesidades energéticas de mantenimiento al menos para las cerdas adultas de gran formato.

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