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Suplemento lácteo en maternidad: ¿una estrategia alternativa en hiperprolíficas?

Un porcentaje mucho mayor de lechones prefiere un suplemento lácteo que el creep feed. Te contamos los resultados de los últimos estudios sobre este tema.

Un parámetro clave para evaluar la productividad de las cerdas es el número de lechones destetados por cerda y año. Debido a la limitación fisiológica de aumentar el número de partos/año, en la última década el progreso genético se ha orientado hacia el aumento del tamaño de camada, seleccionando líneas hembras consideradas "hiperprolíficas". Sin embargo, el aumento de la prolificidad ha generado nuevos desafíos en el manejo de la cerda y de su camada. En este contexto, definir el compromiso óptimo entre el tamaño y la robustez de la camada sigue siendo un punto clave para garantizar la supervivencia de los lechones y aumentar, en consecuencia, los lechones destetados por cerda y año.

Se sabe que, al nacer, las camadas de cerdas hiperprolíficas se caracterizan por tener un peso medio más bajo y una gran variabilidad de pesos dentro de la camada. Esto comporta un desarrollo fisiológico no homogéneo entre los hermanos durante la fase de lactación, creando complejidad en el manejo post-destete. Ocepek et al. (2017) observaron que los lechones de camadas numerosas invierten más tiempo en la estimulación de la ubre, lo que comporta un gasto energético excesivo que puede comprometer de modo significativo la vitalidad del neonato y su capacidad de supervivencia en lactación. Este comportamiento está asociado a la disminución de la relación pezones funcionales/lechones, que aumenta la competición por el acceso a los pezones, causando frustración, que es un factor de riesgo para la salud de los lechones, especialmente para los no dominantes. La condición de frustración no está asociada únicamente al riesgo de malnutrición; de hecho, el estrés social puede aumentar la secreción de hormonas glucocorticoides con un impacto negativo sobre el desarrollo fisiológico e inmunológico de los lechones, contribuyendo a reducir su robustez pre- y postdestete.

Para reducir el riesgo de malnutrición, así como la competición, se han implementado estrategias como el suministro de pienso sólido durante la lactación (creep feed); la formulación del pienso pre-starter, sus características físicas y el diseño del comedero, han recibido mucha atención (Van Hees et al., 2019; Wattanakula et al., 2005; Middelkoop et al., 2019; Van den Brand et al., 2014). Sin embargo, la enorme variabilidad en la ingesta de pienso sólido representa todavía la principal limitación de esta estrategia alimentaria, sobre todo si está dirigida a manejar el problema de la competencia por el acceso a los pezones de los lechones supernumerarios (Bruininx et al., 2002).

Una estrategia alternativa que está ganando adeptos en las granjas intensivas es el uso de suplementos lácteos (SL) junto a la leche materna. De hecho, como han observado Huting et al. (2021), durante las dos primeras semanas de lactación, casi el 51% de la camada empiezan a ingerir el SL respecto al 5% que se acercan al pienso sólido. Pruebas recientes sugieren el efecto positivo del SL sobre el peso vivo y la GMD al destete (Novotni-Dankó et al., 2015; Middelkoop et al., 2002) así como la mejora del crecimiento de los lechones con menos peso (Douglas et al., 2014). Pese a ello, un estudio reciente presentado en la conferencia ASPA 2021 por Trevisi et al, no ha encontrado diferencias en el rendimiento pre- ni postdestete, aunque describe un efecto favorable del suministro de SL distribuido con sistema automático durante, al menos, 12 horas al día, a partir de los 5 días de vida y durante dos semanas, sobre la mortalidad de los lechones en predestete respecto a la misma leche administrada dos veces al día en recipientes fijados al suelo del box o a sólo la leche materna.

Aunque con diferentes formulaciones de SL, Novotni-Dankó et al. (2015) han descrito una reducción de la mortalidad predestete utilizando SL desde el día 10 de vida hasta el destete. Los autores plantean la hipótesis de que el acceso constante al SL pueda mejorar el estado nutricional del lechón, favoreciendo su vitalidad y reduciendo el riesgo de aplastamiento durante los primeros quince días de vida. Hay muchas diferencias entre los diversos estudios; como se describe en la tabla 1, los SL pueden diferir significativamente en su perfil nutricional y en su formulación; de hecho, los productos disponibles en el mercado se pueden subdividir en dos categorías:

  1. Leche en polvo
  2. Pienso complementario a base de leche en polvo.
Composición (%) Leche en polvo Pienso complementario a base de leche Leche de cerda*
3d 7d 12d-15d 27d-29d
Proteína bruta 18,00 20,90 24,57 24 22,8 24,22
Lípidos brutos 18,00 10,50 36,66 33,82 31,8 31,99
Ceniza 5,10 9,50 2,98 3,60 3,87 3,65
Fibra bruta 0,00 0,10
Lactosa 40,00 17,88 23,14 22,36 25,59

*Los porcentajes de los componentes de la leche de cerda están expresados sobre el sólido total, equivalente al de los suplementos lácteos con sólidos totales de 86%.

A la luz de los datos disponibles en la literatura científica, es necesario investigar más el efecto de la vía y del momento de administración, así como de la disponibilidad diaria del SL, aunque parece que el efecto es mejor cuando la leche se ofrece a partir de la primera semana de vida hasta el destete, ya que la disponibilidad continua de SL fresco permitiría un mejor estado nutricional del lechón.

Por otro lado, casi no hay datos sobre el efecto de los SL sobre la salud intestinal del lechón. Recientemente Trevisi et al. (2021) han observado la capacidad de una leche en polvo reconstituida para mantener una mayor diversidad microbiana intestinal respecto a un pienso complementario a base de leche durante la fase de lactación. Este es un aspecto considerado favorable para mejorar la resistencia de los lechones a la colonización por bacterias patógenas durante el postdestete. Finalmente, el manejo del SL y del equipo utilizado para prepararlo y suministrarlo es fundamental para contener el riesgo de proliferación de bacterias patógenas en un sustrato rico en proteínas y, muchas veces, alto en lactosa. En este sentido, no se dispone de datos científicos, pero la experiencia ha puesto de manifiesto este riesgo vinculado a la bioseguridad dentro de las granjas.

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