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Caso clínico: Aumento de la mortalidad en paridera de origen multifactorial

La mortalidad en parideras en los años previos ha estado siempre bajo control: 7,7% en 1999 y 9,7% en el 2000. A partir del 2001 los resultados han sido de un 18% en los dos primeros meses, un 43% en marzo y un 33% en abril, momento en que se solicita la intervención del veterinario.

4 abril 2002
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Descripción de la granja



Se trata de una granja de 450 reproductoras de ciclo abierto destinada a la producción de cerdos de 30 kg que forma parte de un sistema integrado. Las medidas de bioseguridad son bastante pobres.
Estatus sanitario de la granja: positiva a Mycoplasma, Actinobacillus pleuropneumoniae, rinitis atrófica, PRRS y sarna. Las cerdas se vacunan rutinariamente contra Aujeszky, E. coli, parvovirosis y rinitis atrófica y se tratan antes del parto con un antiparasitario acaricida.
Las primerizas se vacunan para Mycoplasma , Actinobacillus y Aujeszky. Además se tratan con enrofloxacina en el momento del parto.

Aparición del caso



La mortalidad en parideras en los años previos ha estado siempre bajo control: 7,7% en 1999 y 9,7% en el 2000. A partir del 2001 los resultados han sido de un 18% en los dos primeros meses, un 43% en marzo y un 33% en abril, momento en que se solicita la intervención del veterinario.

Primera visita (día 0)



El veterinario visita la granja y se le muestra el informe de bajas con los resultados antes citados. Se reportan muertes repentinas de cerdos en buen estado nutricional, que a veces, pero no siempre, presentan una diarrea sanguinolenta; una parte de los animales mueren sin presentar ningún síntoma en particular. También se dan algunos casos de agalaxia, sobretodo en primíparas, asociados a inapetencia pero sin fiebre.

Durante la visita a las salas de partos el veterinario se sorprende de la discreta calidad de los lechones lactantes a pesar de los malos datos productivos. La condición mamaria es deficiente, la ubre no está desarrollada uniformemente ni llena de leche; algunos animales muestran signos de hipogalaxia.

El día de la visita estaban disponibles 15 lechones muertos a los que se realizó la necropsia: 9 mostraron lesiones como las que se pueden observar en la foto de la derecha mientras que 6 no presentaron ninguna lesión como en la foto de la izquierda, pero el estómago e intestino estaban vacíos.

Necropsia

Necropsia

Segunda visita (día 60)



Después de que los resultados laboratoriales confirmaran la sospecha de clostridiosis (aislamiento de Clostridium perfringens tipo C capaz de producir toxinas alfa y beta) se procedió a vacunar todas las cerdas contra clostridiosis con una vacuna comercial autorizada para ovinos. Después de tres semanas se administró una segunda dosis y seguidamente se inició una vacunación rutinaria a las 4 semanas antes del parto.

Entretanto se adoptaron algunas medidas terapéuticas: una molécula activa contra clostridios en el pienso de las cerdas, e inyecciones de antibiótico de varios tipos a los lechones. Los tratamientos fueron poco efectivos en la reducción de la mortalidad e incluso después del nacimiento de lechones procedentes de cerdas vacunadas dos veces aún aparecían casos de diarrea por Clostridium perfringens tipo C. Pensando aún en una inmunización insuficiente contra clostridiosis, se decidió de vacunar dos veces en gestación y continuar con la administración de una autovacuna que se había preparado.

La mortalidad disminuyó hasta el 22%, si bien el número de lechones muertos sin lesiones anatomopatológicas era claramente mayoritario respecto a los muertos por clostridiosis a pesar de que se había adoptado una terapia antibiótica y antinflamatoria en las cerdas en el momento del parto para prevenir la agalaxia.

Durante la visita se confirmó el buen aspecto de los lechones lactantes, y los casos de inapetencia de las cerdas se habían resuelto pero la calidad de las ubres continuaba sin ser satisfactoria. Se hizo una verificación con el propietario de la granja y con el técnico de producción y todos los procedimientos de trabajo en la sala de partos eran correctos.

Solución



El problema se resolvió definitivamente sólo después de que una persona de confianza del veterinario pasara una semana trabajando en las salas de parto, al lado del operario de la unidad, para verificar cada una de las rutinas de trabajo y lograr entender que es lo que podía causar el problema.

Lo que se vio es que, a pesar de las buenas indicaciones teóricas que el propietario de la granja había dado, la realidad operativa era muy distinta.
En la sala de partos, a partir del mes de marzo estaba trabajando un nuevo operario que no había recibido una formación adecuada: de hecho había aplicado de manera inapropiada el principio de que en la sala de partos la cerda debe comer mucho.
A partir de la entrada en maternidad, unos cinco días antes de la fecha de parto, el alimento suministrado a las cerdas era de 4-5 kg /día. Esto causaba un edema mamario que conllevaba los casos de hipo/agalaxia con la consiguiente pérdida de los lechones más débiles.

Acciones llevadas a cabo:
- Adoptar la alimentación de gestación hasta dos días después del parto.
- Reducir a 2 kg por cerda/día a partir de 7 días antes del parto hasta 2 días después.
- Suministrar un mínimo de 4 litros de agua por cada kg de alimento en el momento de la comida.

Es fácil comprender que después de haber devuelto la alimentación de las cerdas a la norma, la condición de las ubres retornó a la normalidad, la agalaxia e hipogalaxia ya no se dan y la mortalidad de los lechones en lactación se ha estabilizado entorno al 12%. Por ello se procedió a la interrupción de la terapia post-parto en las cerdas.

Comentarios



A veces los problemas sanitarios se sobreponen y el cuadro que se presenta no siempre es reconocible con claridad.

Esta granja, con un estado sanitario no demasiado bueno y un porcentaje alto de mortalidad en la fase post-destete pero que siempre ha funcionado satisfactoriamente en paridera, se ha encontrado con una situación muy grave causada por haber considerado como "normal y automático" el manejo en paridera y haber dedicado más esfuerzo a la zona de la granja que tenía serios problemas.

La anamnesis reportada por el técnico de producción y el aspecto típico de los lechones que después de la muerte mostraban una mancha oscura en el abdomen junto con el resultado del examen del intestino delgado en la necropsia indicaban claramente la presencia de un foco de Clostridium perfringens tipo C: la diarrea sanguinolenta y el intestino delgado que se presentaba como un cordón hemorrágico-necrótico no dejaban lugar a dudas.

La adopción de las medidas terapéuticas clásicas para estos casos, llegando hasta la doble vacunación con autovacuna durante la gestación, resolvieron sólo una parte del problema.

El recuerdo de un episodio similar pero de menor gravedad que sucedió algunos años antes y la incidencia de mortalidad elevada en las camadas de primerizas había hecho pensar inicialmente que la inmunización aún no era óptima.

El análisis temporal de la mortalidad durante la lactación indicó que, aunque después de los primeros días de vida y sin la más mínima lesión de Clostridium, la mortalidad estaba fuera de los límites normales.

Al analizar la hipo/agalaxia, claramente relacionada con los aparatos digestivos casi vacios, y sobre cuales podían ser las causas, consideramos dos posibles orígenes: uno el manejo alimentario y el otro infectivo. El técnico de producción insistía en este último.

  • Entre las causa infecciosas, vista la circulación del virus de PRRS en la unidad de destete que se encontraba en la misma nave que las salas de partos se pensó en la hipótesis de que las cerdas o primerizas no inmunizadas pudieran encontrar el virus en el momento de entrar a la sala de partos.
  • Se tomaron muestras de sangre de todas las primerizas que entraban a sala de partos durante 3 semanas consecutivas y el mismo número de muestras de cerdas adultas; los mismos animales se remuestraron al destete: no se pudo evidenciar ni seroconversión en los animales que resultaron negativos ni una variación de los valores S/P en los animales positivos.
  • En cuanto al manejo de la alimentación todo parecía normal: las cerdas recibían, desde la entrada a paridera hasta 48 horas después del parto, una comida con valores nutritivos intermedios entre los de gestación y lactación, mezclada con cáscara de trigo; junto con el alimento siempre se suministraba abundante agua; no había signos de restreñimiento; la temperatura corporal era normal. El único signo anómalo era un cierto edema mamario apreciable sólo a la palpación, éste fue el elemento que nos dirigió a investigar un posible edema mamario.

El análisis del episodio después de cierto periodo de tiempo nos permite extraer algunas conclusiones importantes:

- La formación del personal es siempre fundamental.
- Considerar como "adquiridos" los buenos resultados es erróneo.
- En una granja con grandes problemas sanitarios no todo es debido al PRRS.

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