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¿Es posible controlar la población de jabalíes?

El tiempo corre y los jabalíes se reproducen a mayor velocidad que nuestra capacidad para controlarlos.

En 2025 habrá dos millones de jabalíes en España. Esa es la previsión si se mantienen las actuales tendencias demográficas y no hay cambios drásticos en alguno de los siguientes factores:

  1. La capacidad de acogida del hábitat, particularmente la cantidad de alimento disponible.
  2. La mortalidad por caza o por otras acciones de control.
  3. La aparición de una epidemia con mortalidad intensa y sostenida, lo que nadie desea.

Hoy en España ya superamos el millón de jabalíes, y en Europa –ampliamente– los 10 millones (www.enetwild.com). Que haya muchos jabalíes puede parecer irrelevante para la mayor parte del público. Al fin y al cabo hay en España más de 30 millones de cerdos, 30 por jabalí. Sin embargo los jabalíes tienen efectos negativos sobre varios sectores. Los accidentes de tráfico por ejemplo, o los daños a la agricultura que resultan cada vez más graves. Hay efectos adversos sobre la conservación, por ejemplo de aves acuáticas. Y hay efectos sobre la salud pública (enfermedad hemorrágica de Crimea-Congo, hepatitis E, triquinelosis…). Pero el mayor daño es para el sector porcino, cuya sanidad se ve comprometida. La reciente expansión de la peste porcina africana evidencia el riesgo que supone la coexistencia de poblaciones numerosas de jabalí con explotaciones de porcino.

Siendo mala la noticia de que las poblaciones de jabalí continúan creciendo, es aún peor la sensación de que apenas existen opciones de intervención para evitarlo. Hay dos contextos, dos escalas a las que trabajar. Una, que trataremos en otra ocasión, es la escala local: la actuación sobre un foco puntual, por ejemplo ante un brote repentino de peste u otra enfermedad grave. La otra es la que abordamos en este artículo: la escala de país, con el objetivo de estabilizar o incluso reducir progresivamente las abundancias de jabalí, revirtiendo las tendencias actuales. ¿De qué herramientas disponemos para ello?

Opciones de control

Las que pueden considerarse a la luz de los actuales conocimientos y en el contexto europeo son cuatro:

  • La caza recreativa
  • La eliminación de jabalíes mediante armas de fuego por parte de profesionales
  • El trampeo
  • Las acciones a largo plazo para reducir la capacidad de acogida del hábitat.
Foto 1: Opciones de control: A) caza recreativa; B) trampeo; C) eliminación mediante profesionales (en este caso desde helicóptero, foto cortesía de Ivor Jockney); D) manejo del hábitat: suprimir alimentación y proteger cultivos (foto: comedero fijo de jabalíes).
Foto 1: Opciones de control: A) caza recreativa; B) trampeo; C) eliminación mediante profesionales (en este caso desde helicóptero, foto cortesía de Ivor Jockney); D) manejo del hábitat: suprimir alimentación y proteger cultivos (foto: comedero fijo de jabalíes).

Aunque suene extraño, el éxito sólo llegará a partir de la combinación de varias de las opciones anteriores, particularmente la primera y la última. Otras opciones, como el control de la fertilidad, están muy lejos de resultar aplicables de forma eficaz ya que sólo funcionaría accediendo a >70% de las hembras >6 meses. Hay que considerar también la forma de administración; sería más efectivo si, en vez de los productos inyectables que existen a día de hoy, se desarrollaran productos para su administración oral. Pero éstos no serían selectivos pudiendo afectar a otras especies.

Vamos por partes.

La caza recreativa puede contribuir de forma significativa a regular la población de jabalíes. Pero tiene un problema: no basta. Esta afirmación es fácil de demostrar viendo las curvas de crecimiento de las poblaciones europeas de jabalí. A pesar de la caza recreativa, cada año se cazan más jabalíes, lo que indica que las poblaciones siguen aumentando. Dependiendo de la calidad del hábitat, la intensidad de caza y otros factores, el crecimiento anual está entre el 5% y el 15%. Dicho de otra forma, la caza extrae anualmente un 50% de los jabalíes, pero para mantener el equilibrio debería cazarse el 65%, algo que resulta difícil de alcanzar. Sin caza sería peor, y los análisis realizados en Asturias indican un crecimiento exponencial en caso de fallar esta herramienta de gestión. Pero ojo, si para cazar se recurre a alimentación suplementaria, el efecto puede ser incluso contrario al deseable control poblacional.

Las opciones disponibles para incrementar la extracción más allá de la caza recreativa son dos, la eliminación de jabalíes por profesionales y las capturas con cajas o corrales trampa. La primera opción debería aplicarse para asegurar que en cada territorio se alcanza el 65% mínimo de extracción que permite estabilizar la población, o eventualmente superarlo. La segunda, el trampeo, resulta especialmente costosa y no particularmente efectiva, pero puede ser la única opción en zonas de seguridad, zonas periurbanas o situaciones afines (el 13% del territorio español es no-cinegético).

Foto 2. El trampeo mediante cajas o corrales-trampa es una opción para actuar sobre el jabalí en zonas no cazables, pero resulta cara y no siempre eficaz.
Foto 2. El trampeo mediante cajas o corrales-trampa es una opción para actuar sobre el jabalí en zonas no cazables, pero resulta cara y no siempre eficaz.

Finalmente queda lo más sensato, que es trabajar a largo plazo para reducir la capacidad de acogida del hábitat. Sólo reduciendo los recursos disponibles para el jabalí, y hablamos principalmente del alimento, reduciremos de manera sostenible la abundancia de este oportunista. Tenemos la posibilidad de actuar sobre dos recursos clave: el alimento aportado por los propios cazadores y los cultivos más atractivos para el jabalí.

Aporte de alimento al jabalí

Los cazadores aportan alimento al jabalí, no sólo en España sino en toda Europa, y lo hacen principalmente por alguna de las siguientes razones:

  • Mantener densidades mayores de las naturales, facilitando así la caza y aumentando los ingresos (alimentación suplementaria).
  • Mantener a los jabalíes alejados de determinados cultivos en un intento de reducir los daños (alimentación disuasoria).
  • Concentrar animales en determinadas manchas para aumentar la eficacia de caza (cebado de manchas).
  • Atraer animales a puntos concretos para su caza en espera (cebado de esperas).

Datos de varios países europeos sitúan ese aporte en torno a las 1-1,5 toneladas por km2 y año. Estas prácticas contribuyen de manera significativa al problema de la sobreabundancia del jabalí puesto que llegan a duplicar la capacidad de acogida del medio. En consecuencia, deben regularse de forma muy estricta, cuando no prohibirse sin más, aunque cabría pensar en excepciones para terrenos vallados sin presencia de ganado.

Protección de cultivos

Este segundo campo de batalla para quitarle recursos al jabalí es igualmente difícil. Vallar los maizales, o dotarles de medidas de protección como pastores eléctricos y afines, ayudará a mitigar los daños a la agricultura pero sobre todo privará al jabalí de una importante fuente de refugio y de alimento. Toda inversión en protección de cultivos será, por consiguiente, doblemente beneficiosa. Pero siendo éstas las medidas más sensatas, también son las menos visibles y quizá las menos atractivas para los responsables de la gestión de la caza en nuestro país.

El tiempo corre y los jabalíes se reproducen a mayor velocidad que nuestra capacidad para controlarlos. Actuaciones coordinadas, ambiciosas y sostenidas todavía pueden evitar consecuencias dramáticas – pero requieren conocimiento, fondos y buena comunicación. Desactivar a tiempo esta bomba es responsabilidad de todos, cazadores, ganaderos y administraciones.

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