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Efecto de diferentes factores sobre la microflora de los lechones

El tipo de alimentación, la elección de los ingredientes y la incorporación de aditivos tienen el potencial de modular la microflora gastrointestinal, reduciendo el coste energético del mantenimiento y controlando también las bacterias patógenas.

El contacto progresivo con microbios ambientales durante los primeros días de vida contribuye a la colonización del tracto gastrointestinal (GI) por parte de las bacterias y al establecimiento de un equilibrio de la flora GI. Esto permite el desarrollo de tejido linfoide asociado a las mucosas (MALT) que es capaz de organizar una respuesta inmune activa contra microbios nocivos pero también de tolerar antígenos no dañinos como las bacterias comensales.

Un buen rendimiento en las fases iniciales de la producción se obtiene cuando las condiciones ambientales no suponen un gran desafío para la barrera del tracto GI de manera que se destina más energía al crecimiento. Este efecto se obtenía a un bajo coste con el uso de antibióticos promotores del crecimiento; que además reducían la transmisión de patógenos a la cadena alimentaria. El efecto de los antibióticos sobre la flora GI depende de su espectro de acción, dosis, vía de administración y sus propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas. Así, con distintos antibióticos se puede conseguir un efecto promotor del crecimiento en el lechón a través de la acción depresora ejercida sobre distintas bacterias.

En las figuras 1 y 2 podemos ver como distintos antibióticos mejoraron el consumo de pienso en lechones sanos destetados pero tuvieron diferentes efectos sobre la microflora intestinal (C = control, A = amoxicilina, D = doxiciclina, T = tilmicosina). Mediante técnicas moleculares se vio que el uso de estos antibióticos produjo una reducción de la diversidad bacteriana independientemente del tipo de antibiótico.

Consumo de pienso, g/d
Figura 1. Consumo de pienso, g/d. Figura 2. Recuento de enterobacterias, log10 CFU/g.

Trevisi et al., 2011

Actualmente los objetivos de la UE de producir productos animales más seguros incluyen la reducción significativa del riesgo de que los alimentos contengan patógenos entéricos y antibióticos. Además, un menor uso de antibióticos con fines terapéuticos se considera necesario para reducir la difusión de resistencias antibióticas a la medicina humana, y esto estimula la investigación para encontrar alternativas prácticas al uso de antibióticos en alimentación animal.

El tipo de alimentación, la elección de los ingredientes y la incorporación de aditivos tienen el potencial de modular la microflora GI, reduciendo el coste energético del mantenimiento y controlando también las bacterias patógenas. A continuación se resumen algunas herramientas prácticas para ayudar a conseguir ese objetivo:

1- Formulación básica. La calidad de los polisacáridos de la dieta afecta la variabilidad de la microflora, pero debe estar sincronizada con la ingesta de proteína para minimizar la eliminación de metabolitos de la degradación proteica. El exceso de algunos nutrientes (azúcar, hierro, etc…) puede sobre-estimular las bacterias patógenas y la mejor solución es aportar carbohidratos altamente digestibles y pocas (pero buenas) fuentes de proteína.

2- Acción directa sobre la microflora GI: los ácidos orgánicos son altamente fiables, a menudo en combinación y parcialmente protegidos. Por otro lado, los aceites esenciales requieren altas dosis y se absorben demasiado rápidamente en el tracto digestivo mientras que el plasma sanguíneo es una alternativa interesante pero cara.

3- Potenciación de la barrera intestinal. El ambiente materno es el factor principal que da forma a la microflora GI de los lechones neonatos; la manipulación de la microflora GI de la cerda mediante la dieta (incluyendo aporte de probióticos) ha tenido un éxito parcial en modificar la microflora de los lechones, la supervivencia de éstos y el rendimiento de la camada antes y después del destete. Sin embargo, esta estrategia no ha sido muy adoptada por muchos productores.

Durante el destete, el aporte de microbios en el pienso puede contribuir a mantener o reestablecer el equilibrio a favor de las mejores bacterias comensales, que sufren la anorexia temporal provocada por el estrés del destete. Por tanto, hay que disponer de probióticos específicos para cerdos; por ejemplo algunas cepas de Lactobacillus amylovorus.

Algunos probióticos candidatos han sido investigados para contrarrestar algunos patógenos entéricos a partir de sus propiedades (producción de moléculas antibacterianas, estimulación de la respuesta inmune, competencia por los receptores o puntos de anclaje, etc.). En general los datos muestran que la administración oral puede ser favorable o almenos inocua. Sin embargo, hay casos en los que se han administrado probióticos a cerdos que están luchando frente a una infección y esto ha afectado negativamente la salud de los animales. Las diferencias en los resultados también pueden ser debidas al uso de distintos modelos de estudio o a ambientes GI de partida diferentes.

Hay pocos datos fiables sobre las respuestas inmunes específicas de las bacterias comensales y sobre la interacción de bacterias “salvajes” con los probióticos administrados oralmente. Por tanto, los probióticos no son siempre efectivos; el criterio de tolerancia es útil en animales sanos pero tiene cierto riesgo en animales expuestos a patógenos. Otros probióticos como las levaduras, y algunos de sus productos, parecen también prometedores para la inclusión en piensos de lechones.

Mecanismos implicados en los efectos positivos de los probióticos sobre el crecimiento y salud de los animales

Figura 3- Los mecanismos implicados en los efectos positivos de los probióticos sobre el crecimiento y salud de los animales

4- Usar de aminoácidos. Suplementar con triptófano y treonina puede compensar el aumento del gasto debido a la inflamación, y a la producción de moco e inmunoglobulinas; especialmente en cerdos más susceptibles a la colibacilosis. Ahora hay nuevos tests moleculares para detectar esta susceptibilidad individual y esto puede ayudar no sólo en la selección sino también a mejorar las prácticas alimentarias.

5- Óxido de zinc. A dosis farmacéuticas altera significativamente la microflora y puede mejorar el crecimiento pero no es sostenible ambientalmente.

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