Lo que nos está enseñando el COVID-19 a los Porcicultores

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“La letra con sangre entra” dice el refranero popular y bien la emplearon nuestros abuelos y nuestros padres (hasta la generación de la guayaba), con algo de correa o de pretina o de chancla, nos enderezaban las curvas que le queríamos hacer a nuestro camino.

En nuestro oficio acá en Colombia llevamos más de 25 años, desde el gremio (Asociación Colombiana de Porcicultores, hoy Porkcolombia), diciendo, predicando, estimulando, trayendo expertos de diferentes países e invirtiendo muchos millones de pesos y horas de trabajo 

Que la vía real y el recto futuro es dejar de ser productores de cerdos y pasar a ser productores de carne y productos derivados del cerdo.

Que nuestro oficio NO termina en la granja.

Que nuestro cliente debería ser el consumidor.

Que además de nutrición, manejo, sanidad y construcciones deberíamos aprender y saber de frío, desposte, mermas, desarrollo de productos, mercadeo, distribución, masificación, empaques, durabilidad y todo lo relacionado con sacar un cerdo de la granja hasta entregar un pedido de carne y de productos derivados, en la casa misma del productor.

También hemos invertido el mismo tiempo y el mismo capital económico y humano, en decirle a los Porcicultores que una de las mejores vías para hacerlo es la ASOCIATIVIDAD para buscar economías de escala, homogeneización de productos y sobre todo integraciones verticales y horizontales para producir mejor, a menor costo y poder continuar la tarea de la granja hasta el consumidor final.

Pero como me decía mi abuela: “por un lado le entra y por el otro le sale”

Muchos, por no decir casi todos, no le pusieron atención ni pusieron en práctica los retos de la globalización, y nos cogió esta pandemia, como diría la novia furtiva “con los calzones en la mano”  

Ahora mismo estamos viendo, y sobre todo sintiendo como al bajar los consumos por falta de dinero en los hogares y por falta de sitios donde comprar (carnicerías), las grandes superficies y los grandes comercializadores (intermediarios mayoristas) están usando y abusando de la situación y lucrándose a chorros gracias a la pandemia y a nuestra ineficiencia, porque saben que vendiendo lo mismo de siempre y un poco más, con la competencia minorista cerrada, apareció para ellos una sobre oferta, que ellos mismos ayudaron a incrementar porque inicialmente salieron de los inventarios de carne congelada importada, mientras los porcicultores nacionales estaban represando cerdos en sus granjas, pasando de 160 hasta 200 y más días, aumentando el peso de salida hasta más de 150 kilos, deteriorando el producto final con más grasa, acabando con su flujo de caja por la menor venta y el mayor consumo, comprometiendo sanitaria y productivamente la granja ante la violación de tiempos de vaciado sanitario, procesos de desinfección, densidades, comederos y bebederos por animal.

Mientras todo eso nos pasaba a los productores ellos simplemente se limitaron a aprovecharse de la ley inexorable de mayor oferta contra menor demanda y tiraron el precio de compra al suelo, donde los porcicultores como cuál típico leproso nos arrastramos por el dejando pedazos de nuestra carne por doquier y derramando sangre poco a poco y hasta por chorros, dejando a la vera del camino gran parte de nuestro patrimonio y de nuestro esfuerzo de tantos años.

Habrán muchos porcicultores entre los que aspiro y espero no estar YO, que lo dejaran todo en esta crisis.

Debemos quedar otros que SI o SI tenemos que haber aprendido con sangre como nos enseñó la abuela, que estas intenciones que todos tenemos ahora de unirnos, hacer acuerdos, pactos y hasta bloques de presión, se vuelvan realidades sólidas y largo plazo de reales empresas asociativas, y que esos pincelazos de comercialización de productos cárnicos que muchos están haciendo, no sea una “calentura de sábanas” sino que sea la semilla de efectivas, eficientes y eficaces comercializadoras de carne y productos derivados y procesados.

Ojalá que la poca sangre que nos va a quedar, nos alcance a irrigar lo suficiente el cerebro para que con algo de lucidez después de este trauma, veamos claro y contundente que haciendo lo fundamental y básico en nuestras granjas, tendremos la mayor eficiencia productiva y que eso va directamente a disminuir el costo de producción.

Que nuestra misión es alimentar a nuestros congéneres con carne de cerdo, y no ser el alimento de los voraces mercaderes que día a día, desde siempre, y ahora con más ahínco nos han chupado la sangre hasta tatuarnos indeleblemente en nuestro ser la realidad que “la letra con sangre entra”

Hernando Blandon Montes

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1 me gusta1 ComentariosMis favoritos
31-may-2020juan.m.h.m.h.jmhernabdo no te engañes a los productores de carne nos ha pasado lo mismo, el cliente final sino es reagalado no quiere nada
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