Diez reglas para un programa integral de control del PRRS – El modelo del queso suizo | Parte 1

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Carmen Alonso y Marius Kunze. Senior Technical Service Managers en Boehringer Ingelheim Vetmedica GmbH.

La prevención y el control de las enfermedades como el PRRS no depende de la implementación de una sola medida preventiva, sino de la ejecución de varias prácticas y estrategias en conjunto.

Ninguna medida de protección es perfecta para prevenir la propagación del virus del PRRS, pero cada una juega un papel fundamental en la reducción de los riesgos. Durante años, este enfoque se ha conocido como el modelo del queso suizo, y fue propuesto originalmente por James T. Reason de la Universidad de Mánchester.

Este modelo utiliza la imagen de las lonchas del queso para demostrar que cada capa tiene sus imperfecciones, representadas por sus agujeros. Sin embargo, la combinación de todas las capas (en el caso del PRRS, de una serie de reglas relacionadas con la bioseguridad interna) actúa como una barrera eficaz, protegiendo de forma más eficiente las explotaciones.

A continuación, se describen las 10 principales reglas que nos permitirán lograr un control integral del PRRS en la granja.

Regla nº1: Al hacer adopciones, mover lechones solo si es necesario

En el momento del parto, es muy probable que las cerdas de un mismo grupo tengan un elevado número de lechones por camada. Es común que el personal de paridera realice adopciones, teniendo en cuenta factores como el número de pezones funcionales y la conformación de éstos. Este movimiento de lechones a una cerda nodriza del mismo grupo se conoce como "igualar camadas" y puede tener un impacto negativo en la estabilidad de la granja, por lo que siempre debe minimizarse, especialmente en las granjas positivas al PRRS.

  • Dado que no todos los lechones nacen con el mismo estatus inmunológico frente a PRRS y que no han recibido la misma cantidad de calostro, cualquier movimiento de lechones entre camadas puede propagar el PRRS dentro de la paridera.1

  • Cualquier movimiento de lechones entre camadas puede alterar la producción de leche, afectando a la ganancia media diaria y al bienestar de los lechones, tanto de los que han sido trasladados como del resto de la camada, por esto es importante evitar movimientos innecesarios.2
  • Se ha demostrado que, al realizar adopciones, los lechones adoptados tienen 11,69 veces más probabilidades de morir, sufrir de pericarditis u otras afecciones cardíacas, en comparación con los lechones que no han sido movidos. (p < 0,05)3

Regla nº2: Realizar las transferencias obligatorias de lechones dentro de las primeras 24 horas de vida

Proporcionar una ingesta adecuada de calostro tras el parto y minimizar las adopciones al mismo tiempo es un desafío complejo. La ingesta de calostro es uno de los principales determinantes de la supervivencia de los lechones, ya que proporciona la energía y la inmunidad esenciales que todo lechón necesita en sus primeros días de vida. El calostro de la cerda progenitora contribuye a maximizar la calidad de la inmunidad de las crías. La presión para realizar adopciones puede ser alta, pero es importante retrasar el proceso el mayor tiempo posible, ya que las adopciones tempranas pueden incrementar la variabilidad de la calidad y del volumen de la ingesta de calostro de los lechones dentro de la camada. Al mismo tiempo, cuando las adopciones sean absolutamente necesarias no deben ocurrir demasiado tarde en la lactación. De esta forma se evitan los desequilibrios en la camada y sus consecuencias negativas.

  • Los lechones nacen con un sistema inmunológico inmaduro, ya que la cerda no puede transferir anticuerpos al feto a través de la placenta.  Por ello, la transferencia de anticuerpos mediante el calostro es primordial para maximizar la inmunidad de las crías. La inmunoglobulina G (IgG) es la más predominante en el calostro y su concentración disminuye drásticamente durante las primeras 24-30 horas post-parto.2

  • La capacidad del lechón para absorber anticuerpos del calostro disminuye rápidamente a las 6 horas tras la primera toma de leche debido a la reducción de la permeabilidad de las membranas intestinales a las proteínas de gran tamaño.4

Regla 3: Mantener a los lechones en las jaulas de partos y evitar manipularlos para minimizar la propagación de enfermedades.

Tras el parto, existen varias prácticas de manejo que requieren manipular los lechones, como pueden ser el procesado, la lactación alterna usando cajas atemperadas y las adopciones. Para realizar todos estos procesos, no es raro que los operarios de las salas de partos entren en los corrales de maternidad y compartan herramientas para sujetar y manipular a los lechones de cada camada con el fin de garantizar la máxima eficiencia de los procedimientos de trabajo. Sin embargo, todas estas prácticas de manejo pueden facilitar la propagación de enfermedades, como el PRRS, entre las camadas. Para el manejo de las enfermedades, es fundamental mantener a los lechones en su propio corral y minimizar el hecho de compartir herramientas y espacios en los procesos de manipulación

  • Las posibles vías de transmisión indirecta del virus PRRS son la orina, la sangre, la saliva y las heces de los animales infectados. De hecho, cuando las cajas atemperadas y los carros de procesado se comparten dentro de la misma sala pueden servir como fómites para transmitir el virus entre las camadas. 5

  • Se ha demostrado que las botas y la ropa de trabajo pueden servir como fómites para transmitir el virus PRRS entre las camadas.  Por esto, se debe evitar entrar dentro de los corrales individuales de las parideras. 5

Regla nº4: Cambiar las agujas entre camadas

Las jeringas y agujas se utilizan para administrar tratamientos, así como otros productos terapéuticos tales como hierro y vitaminas. En la industria porcina, es común usar la misma aguja para inyectar un mismo producto en diferentes animales. La práctica de compartir agujas entre lechones durante la lactación puede desempeñar un papel importante en la transmisión de enfermedades infecciosas, tales como el PRRS.

  • En el pico de viremia, los animales infectados tienen una carga viral de al menos 103-104 TCID50/L.

  • Suponiendo una dosis mínima infectiva de 101-102 TCID50, a través de una exposición percutánea (es decir, inyectable), una simple gota de sangre (es decir, 1-10 μL) podría transmitir el virus entre camadas.6 Incluso si se realiza un cambio de aguja entre animales, una medida adicional para minimizar la propagación entre las camadas sería tratar en último lugar a animales pequeños y a los que tengan peor apariencia. 
  • Estudios de campo han demostrado que existe una transmisión del virus PRRS a través de la sangre utilizando dispositivos de inyección con aguja y sin aguja, aunque dicha transmisión es inferior al usar dispositivos sin aguja. 7,8

Regla nº5: No mover lechones enfermos

Durante el período de lactación, varios factores como las prácticas de manejo afectan los niveles de estrés y el estado sanitario de los lechones, pudiendo repercutir en la producción de leche y, con ello, en el crecimiento de la camada.

Por lo tanto, las camadas, y los lechones dentro de éstas, no siempre presentan el mismo crecimiento. Este hecho es común en las granjas positivas a PRRS.

Para solucionar este problema, los granjeros tienden a realizar adopciones de los lechones que se están quedando atrás en comparación con sus compañeros de camada, sin considerar que el riesgo consecutivo a la transmisión de enfermedades podría ser mayor que la posible mejora en el crecimiento.

  • El movimiento de lechones enfermos y atrasados aumenta la probabilidad de transmitir enfermedades entre camadas debido al contacto entre animales con diferentes estatus inmunológicos frente al PRRS y a otros patógenos. 9 
  • Las prácticas de manejo en la paridera, como el uso de cerdas nodrizas, aumentan la probabilidad de transmitir el virus PRRS tanto de la cerda a los lechones como de los lechones enfermos a la cerda. 10

 

Bibliografía

1 Garrido-Mantilla, J. et al., 2019. 50th Annual Meeting of the AASV. Orlando. pp. 54.

2 Alexopoulos J.G. et al., 2018. Animals (Basel). 2018 Mar 9;8(3):38.

3 Calderón Díaz, J.A. et al., 2018. Front. Vet. Sci., 5.

4Tuboly S. et al, 1899. Vet. Immunol. Immunopathol.;20:75–85.

5 Otake, S. et al., 2002. Swine Health Prod 10(2): 5965.

6 Duan, X. et al., 1997. Microbiol 56:9–19

7 Otake, et al., 2002. S. Vet Rec. 26;150(4):114-5.

8 Baker S.R. et al., 2012. J Swine Health Prod 20(3):123-128

9 Maes, D. et al., 2009. Vet. Microbiology 126 (4), pp.297.

10 Garrido-Mantilla, J., et al., 2020. Vet Res 51, 42.

11 Kraft, C. et al. 2019. PLoS ONE 14 (10): e0223060.

12Geldhof, M.F. et al., 2013. Vet Microbiol. 167(3–4):260–71.

13 Maes, D. et al., 2009. Vet. Microbiology, 126 (4), pp.297.

14 Clark, L. et al., 1991. Vet. Med. 86, 539 543-550.

15 Rathkjen, P. et al., 2017. Acta Vet Scand. 59:4

16 Filippitzi, M.E., 2017. Transbound Emerg Dis. 00:1–18.

17 Nathues, H. et al., 2014. Transbound Emerg Dis. Aug;61(4):316-28.

18 Klinge, K.L., 2009. Virol J. 6:177.

19 Cho, J.G. et al., 2006. Can J Vet Res. 70:297–301

20 Evans, C.M. et al., 2010. Prev Vet Med. 93:248–257.

21 Pileri, E., & Mateu, E. 2016. Vet Res 47:108

22 Cano, J.P. et al., 2007. Vaccine 462;25(22):4382–91.

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