Detección de patógenos entéricos en lechones neonatos (1/2)

Roberto MC Guedes
06-oct-2014 (hace 9 años 5 meses 23 días)

La diarrea neonatal es uno de los problemas más frecuentes en las explotaciones porcinas de todo el mundo. La gran mayoría de diarreas neonatales están causadas por agentes infecciosos y están directamente relacionadas con prácticas inadecuadas de limpieza y desinfección. La norma generalizada de tratar de maximizar el uso de las instalaciones ha puesto mucha presión sobre la sala de partos, reduciendo, o eliminando, el tiempo de espera una vez las jaulas están limpias y desinfectadas. La consecuencia final es una presión de infección extremadamente alta, que causa infecciones diarreicas recurrentes, y que siempre se intenta superar utilizando el detergente y/o desinfectante más avanzado. Sin embargo, al final no hay nada más eficaz que un lavado adecuado y un secado mediante un tiempo de vacío sanitario apropiado. Los agentes infecciosos asociados a esta situación suelen ser Escherichia coli enterotoxigénicas (ETEC), Rotavirus A, B y C, Clostridium perfringens tipo A y C, Clostridium difficile e Isospora suis. Las infecciones por coronavirus como el virus de la Gastroenteritis Transmisible (TGEv), el virus de la Diarrea Epidémica Porcina (PEDv) y los deltacoronavirus son suficientemente patogénicos como para causar problemas incluso en buenas condiciones de manejo, pero son peores cuando la limpieza no es correcta.

Lechón neonato

El primer paso para el diagnóstico correcto de la diarrea neonatal infecciosa es la selección de los animales. Siempre hay que escoger al lechón que acaba de empezar con la diarrea clínica pero que todavía no está letárgico ni deshidratado. El hecho de seleccionar animales que estén al principio de la enfermedad puede ser el punto crítico para la detección, o no, de muchos agentes virales como rotavirus y coronavirus. La cantidad de partículas virales en enterocitos de animales recién infectados es mucho más elevada que en lechones crónicos. Los lechones infectados crónicamente habrán perdido el epitelio que recubre las criptas por lo que será más difícil encontrar el antígeno o el RNA vírico.

La muestra ideal para el diagnóstico de patógenos entéricos neonatales es el envío de lechones vivos. Debido a que la histopatología es el método diagnóstico principal, el tiempo transcurrido desde la muerte y la autolisis son los principales impedimentos para una evaluación correcta de las lesiones y la detección de agentes infecciosos en las células entéricas. Por ejemplo, 20 - 30 minutos tras la muerte hay un desprendimiento difuso de los enterocitos de la punta de las vellosidades debido a la autolisis, que hace imposible el diagnóstico histopatológico de ETEC e I. suis. A las dos horas postmortem, todo el tejido desde el medio hasta la punta de las vellosidades se vuelve eosinofílico sin distinción entre células debido a la autolisis. Como que la mayoría de muestras llegan al laboratorio al dia siguiente de su recogida, el envío exclusivo de muestras intestinales limitaría significativamente, o incluso impediría, una evaluación histológica apropiada. Como consecuencia, es básico que, si no vas a mandar animales vivos al laboratorio, recojas las muestras intestinales justo después de la eutanasia de los lechones. Los fragmentos de intestino deben tener de 2 a 3 cm de longitud y proceder de 2 porciones del íleon, entre 4 y 5 del yeyuno, uno del ciego, uno del colon proximal y 2 del colon espiral y estar fijadas en formalina (al 10%) en bolsas o recipientes de plástico. También deben enviarse linfonodos mesentéricos y fragmentos de hígado. Todas estas muestras se utilizarán para examen histopatológico y, en algunos casos, también para inmunohistoquímica (PED, TGE, Rotavirus) o hibridación in situ (ISH).

Además de las muestras fijadas en formalina, es importante enviar muestras frescas para bacteriología, virología y análisis moleculares y biológicos. Los fragmentos deben ser de 10 a 15 cm de longitud del íleon y yeyuno y las porciones restantes del ciego y colon espiral y pueden enviarse en una bolsa de plástico. Los linfonodos mesentéricos y fragmentos de hígado deben enviarse en bolsas separadas, para evitar contaminaciones.