Bioseguridad en la gestión de cadáveres

Enric Marco
13-dic-2004 (hace 19 años 5 meses 3 días)

Hablar de cadáveres no apetece nunca y menos después de la entrada en vigor del reglamento CE 1774/2002 válido a partir del 30 de abril del 2003, en el que sólo se dan dos salidas válidas para la destrucción de cadáveres de las granjas: destrucción ”in situ” mediante incineradores supervisados (opción que implica una inversión importante, pues debe incluir un analizador de gases) o la recogida y posterior transporte a plantas procesadoras aprobadas. La primera va a ser una solución muy poco usada, por la inversión que requiere, con lo que en un futuro próximo se prevé que la recogida, trasporte y posterior tratamiento sea el sistema más empleado en ganadería.

El principal problema que genera la gestión de cadáveres es la contaminación que estos pueden producir en el medio ambiente según cual sea su destino. La cantidad de cadáveres que se generan en ganadería intensiva es considerable, en Catalunya, donde ya hace tiempo que se aplicó la recogida de cadáveres, se estima que anualmente se recogen unos 65 kilos por cerda (Sereca-Bio S.L., 2001). La obsesión por reducir la contaminación que puedan producir ha sido el motivo por el que otros sistemas de gestión de cadáveres “in situ” como el entierro o el uso de fermentadores quedan expresamente prohibidos en el reglamento actual. La recogida de cadáveres soluciona el problema de la polución ya que los controles se centralizan en la planta de tratamiento correspondiente. No obstante, los cadáveres plantean además otros dos problemas: olores y posibilidad de transmisión de enfermedades. La recogida podría solucionar también el problema de olores si se aplicaran algunas medidas adicionales, tal y como se está haciendo en otros países de la UE: uso de contenedores refrigerados, camiones con cierres estancos… Sin embargo, sigue persistiendo la duda acerca de la transmisión de enfermedades.

Para valorar el riesgo real de transmisión de patógenos a partir de un cadáver, habría que conocer cuales pueden ser las vías de contagio, puesto que un cadáver ha dejado de respirar la vía aerógena puede despreciarse (Casal, 2004). Para que sea un foco de infecciones habrá que “facilitar” que los patógenos del cadáver lleguen a animales sanos, es decir, vehicularlos. En un estudio realizado en Holanda (Mul, 2003) para determinar los puntos críticos y minimizar los riesgos de transmisión de enfermedades entre granjas a causa de la recogida de cadáveres se concluye que el riesgo de transmisión de enfermedades entre granjas a partir de la recogida de cadáveres venía determinado por:

• La entrada del camión de recogida dentro del recinto de la granja.
• La manipulación directa del contenedor de cadáveres.
• La estanqueidad de la caja del camión de recogida.

Por lo tanto, las posibilidades de que durante la recogida se diseminen patógenos y enfermedades podrían reducirse mediante la aplicación de unas simples normas de bioseguridad:

1. Aplicar el principio de zona sucia-zona limpia en la granja, en las plantas de tratamiento y, cuando sea posible en las carreteras (rutas de ida y rutas de vuelta). Esto implica que el chofer no tendría que entrar nunca en las granjas.
2. Por lo tanto la localización del contenedor en la granja será crucial. Este debe localizarse en el perímetro de la explotación con acceso desde la zona limpia (granja) pero también con acceso desde la zona sucia sin que se pueda penetrar en el recinto de la explotación (diseño similar al de un muelle de carga). Ver foto.
3. Evitar el contacto directo con el contenedor y su entorno mediante el uso de guantes y bolsas para los pies.
4. Limpiar y desinfectar el contenedor y su entorno de forma regular.
5. Usar cajas para los camiones de acero inoxidable y con cierre estanco.
6. Limpiar y desinfectar los camiones de recogida, posteriormente a su vaciado, siguiendo un protocolo estricto.

figura 1
figura 2
En la figura 1 se puede ver un contenedor estándar (bien localizado) al lado de un refrigerador donde se mantiene hasta que se recogen las bajas. Puede apreciarse que la zona limpia se encuentra en un plano superior a la zona socia lo que impide el acceso por parte del chofer del camión de recogida. En este caso (figura 2) cuando se llena el contenedor y al final de la jornada laboral, con calzado y guantes distintos a los usados durante el trabajo, se mete dentro del refrigerador de forma que se mantienen los cadáveres en mejor estado y se reducen olores.