El alimento es el rubro más importante en la producción porcina y representa el costo más alto dentro del sistema productivo, entre el 70 a 75 % del costo total. En Latinoamérica, con excepción de Brasil y Argentina, la mayoría de los países son importadores de maíz y soja, ingredientes base, que generalmente representan el 80 % de una dieta típica de la región; esta situación hace que el costo de las dietas sea más elevado y que la intervención del alimento sea la estrategia más relevante, cuando se busca una reducción efectiva del costo de producción.
La comprensión de la relación nutrición – desempeño – rentabilidad es esencial y permite al nutricionista establecer una estrategia nutricional efectiva. En la etapa de crecimiento y finalización, en la que se concentra la mayor parte del costo de alimentación de una granja, se hace indispensable definir con precisión la concentración de nutrientes de las dietas, principalmente energía, aminoácidos y fósforo, en función de la variable de respuesta objetivo: conversión alimenticia, ganancia de peso, costo por kilogramo producido o margen bruto sobre el costo de alimentación.
Dado que no siempre existe una relación directa y proporcional entre las variables de desempeño (conversión alimenticia y ganancia de peso) y la rentabilidad, se recomienda que la estrategia nutricional priorice la maximización de la utilidad o la reducción de pérdidas, según el contexto del mercado.
Una estrategia nutricional efectiva debe basarse en la identificación del momento del mercado, considerando el costo de producción y el precio de venta de la carne. A mayor diferencial positivo entre ambos, mayor será el valor de la ganancia diaria y, por ende, la estrategia debe enfocarse en acelerar el crecimiento para alcanzar el peso más alto posible en el menor tiempo permitido por las instalaciones.
En cambio, cuando el costo de producción supera al precio de venta, el valor de la ganancia diaria será negativo, por lo que conviene implementar estrategias que reduzcan la velocidad de crecimiento o, incluso, anticipar la venta con pesos más bajos.
Este aspecto también depende de si el sistema de producción es a “tiempo fijo” o a “peso fijo”. En el primero —más común en Latinoamérica— el espacio es el principal limitante para llevar a los cerdos a pesos mayores, por lo que un buen momento de mercado justifica acelerar el crecimiento. En sistemas a “peso fijo”, una mayor velocidad de crecimiento solo aportará como beneficio adicional los días de vacío sanitario, lo cual no siempre representa una ventaja económica relevante.
1. Precisión en la parametrización de los ingredientes
Dado que los nutricionistas utilizan softwares de formulación al mínimo costo, es clave minimizar las desviaciones entre la composición real de los ingredientes y la usada en el software. Herramientas, como la química húmeda, espectrofotometría de infrarrojo cercano (NIRS, por sus siglas en inglés) y cromatografía líquida de alta resolución (HPLC, por sus siglas en inglés), permiten analizar con precisión los ingredientes. Una subvaloración puede aumentar el costo de las dietas, mientras que una sobrevaloración puede afectar el desempeño animal. Por ejemplo, se presentan variaciones importantes en el contenido de lisina en muestras de maíz y torta de soya del mismo origen.
2. Formulación bajo el modelo de energía neta
El modelo de formulación con energía neta (EN) permite una estimación más precisa de las necesidades energéticas del cerdo, ya que descuenta las pérdidas por calor durante la digestión y el metabolismo. Ingredientes altos en fibra y proteína generan más calor, por lo que formular con base en EN mejora la precisión y puede reducir los costos de los alimentos.
3. Modelos de gestión de la nutrición en las empresas
En Latinoamérica coexisten distintos modelos de gestión de la nutrición, según el tipo de mercado. Algunos productores compran alimento completo (fórmulas comerciales), otros fabrican su propio alimento y también, hay quienes operan bajo un modelo de maquila. Para cada caso existe una oportunidad de optimizar el costo de las dietas, si se hace una intervención efectiva del modelo de nutrición.
Para quienes adquieren alimento terminado o completo, una opción es evaluar la viabilidad de tercerizar (maquila) o fabricar su propio alimento, en función del volumen, de la facilidad para acceder a ingredientes de manera competitiva y de la posibilidad de contar con una adecuada asesoría nutricional.
Para quienes fabrican o maquilan su propio alimento, existen dos modelos de nutrición: cerrado y abierto.
4. Disponibilidad de ingredientes alternativos
Maíz y soja son los ingredientes principales en la alimentación porcina, pero su dependencia es un riesgo. Explorar alternativas como sorgo, yuca, destilados solubles de maíz (DDGS), subproductos de trigo, harina de arroz, harina de galletas, snacks vencidos, pastas o subproductos del aguacate, puede generar ahorros significativos. Algunas limitantes para su inclusión pueden estar relacionadas con su estabilidad nutricional, estacionalidad y contenido de energía y aminoácidos.
5. Uso de enzimas exógenas
Muchos ingredientes contienen fracciones no aprovechables, pero la inclusión de enzimas exógenas (fitasas, carbohidrasas, proteasas) puede liberar nutrientes clave como energía, fósforo y aminoácidos. Si se formulan con matrices nutricionales, estas enzimas permiten reducir costos sin afectar el rendimiento.
6. Gestión de compras
La estrategia de abastecimiento es clave para controlar el costo de los alimentos. Algunas acciones recomendadas son:
En conclusión, la reducción de costos en la formulación de alimentos para cerdos no depende de una única acción, sino de la integración estratégica de múltiples factores: precisión en la formulación, selección de ingredientes, uso de tecnologías como enzimas y modelos energéticos, así como una gestión eficiente de las compras. Adaptar estas herramientas al contexto productivo y al momento del mercado permite no solo disminuir el costo del alimento, sino también optimizar la rentabilidad del sistema.